Jueves 21 de marzo de 2013. Día en que comienza el otoño. Tres
días antes de mi cumpleaños, del domingo de ramos y del día de la memoria. Día
en que después de muchos meses pongo en cien radios.com.ar; el canal de música gregoriana.
Estación donde me pongo más contemplativo con la venida de los primeros fríos. También
me pongo mas melancólico o nostálgico, pero entendido estos términos en el
sentido más amplio de las palabras y no solo en el sentido psiquiátrico.
Melancólico en el sentido de tener una “dulce tristeza” por el recuerdo de las personas
que ya no están, como mi querida hermana María Irene, de quien ayer se
cumplieron tres meses de su fallecimiento y que hoy extraño muchísimo, día de
recuerdo de las demás personas del pasado, como mis amigos progresistas de los que me encontré misteriosamente a tres de ellos en El Chaltén y
con quienes me hubiera encantado que nos sentáramos en un bar y compartiéramos
mucho más tiempo del que compartimos en esa sentida, pero breve charla en la
calle del pueblo, minutos antes de que siguieran su viaje en auto.
Día de recuerdo de mis amores pasados y de los bellos
momentos que disfrutamos en nuestra juventud con estos compañeros y compañeras
de la Facultad.
En fin… día de dulce
tristeza y al mismo tiempo de suave alegría, dado que también logro
concentrarme en mi presente y cuando pienso en mi esposa, voy al dormitorio,
abro despacito la puerta y la veo durmiendo la siesta con el
Conde echado en la cama junto a ella y Leas hecho un ovillo en el suelo. La escena
me enternece, en especial cuando el perro para sus orejas y me mira fijamente
como preguntándome ¿qué estás haciendo?
Y aunque me concentro en el presente y percibo atento la
escena dulce que he descrito, sigo estando nostálgico y de nuevo mi mente viaja al pasado, ahora con Ely.
“Veo”
todas las vicisitudes por las que hemos atravesado en estos nueve años que llevamos
de casados y de ahí salto otra vez al presente y le agradezco a Dios por todo
con lo que nos ha bendecido: ¡Bienes espirituales, Familia, amigos por doquier
y una buena calidad de vida!
Entonces viene una toma de consciencia justo en el momento
en que en la radio gregoriana empiezan a sonar muchísimas campanas:
“Mi otoño personal,
ese tiempo de nostalgias y de “recogimiento” propio de la cuaresma y la semana
santa, ha comenzado este año, el mismísimo día del advenimiento del otoño en el
hemisferio sur”
Es ahora el momento de poner en práctica, tal vez por
primera vez en años, lo que he transcripto en el facebook hace solo unos minutos:
“La
contemplación en el mundo” de lo que yo entiendo fundamentalmente lo
siguiente:
No dejarnos llevar por el negativismo de la pasividad
contemplativa, y en lugar de ello, llevar la contemplación al plano mismo de la
actividad y la productividad, continuando en consecuencia con nuestras obligaciones
diarias, ocupaciones cotidianas, con la ejecución de los proyectos pendientes, con
el ejercicio de la disciplina terapéutica y demás trabajos que venimos
realizando, sin olvidarnos por ello del silenciamiento y la introspección en el
que entra nuestra alma por estas épocas previas a la pascua. Épocas de
conversión, épocas de cambio de piel, épocas donde, como lo he venido diciendo en
entradas anteriores, uno se comienza a despojar del hombre o la mujer viejos, y
empieza a surgir el hombre y la mujer nuevos que deberá seguir andando,
trotando y corriendo, con mucha fortaleza durante todo un nuevo ciclo más de
vida y hasta la próxima cuaresma.
Este es uno de mis mayores desafíos para este año:
¡Superar junto a mis acompañantes terapéuticas la tendencia
ya afianzada en mi de retirarme durante alrededor de un mes para el otoño! Y en
lugar de ello continuar con todo lo que vengo realizando, sumándole por
supuesto el mencionado recogimiento.
Hacer como de seguro habría hecho San José: Dedicado al trabajo manual, practicando el silencio, la oración constante y la vida en familia.
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