Reconciliar la
economía materialista con la espiritualidad. El gran desafío del nuevo milenio.
Réconcilier l’économie
matérialiste et la spiritualité: le grand défi du nouveau millénium
Reconciling the materialistic economy and
spirituality: the great challenge of the new millennium.
Resúmen
En el presente artículo se afirma que la humanidad enfrenta
dos grandes desafíos: reconciliar nuestro ser material con el ser espiritual y
reconciliar las necesidades individuales con las necesidades colectivas. Al no haber reconciliado estas dos
dimensiones de la vida humana, nos encontramos en guerra, exclusión social, sufrimiento,
desilusión, ira, incapacidad de avanzar, y muchos otros males. Tras aportar un
marco de referencia de la sociedad globalizada, el autor el autor plantea
algunos aspectos del desafío, tales como el contraste entre una sociedad
materialmente rica y espiritualmente pobre y la necesidad de la integración de
valores humanistas y espirituales en la economía que derivarían en una
“economía espiritual”.
Palabras claves: economía
materialista, economía espiritual, necesidades individuales, necesidades
colectivas
Reseña:
1 La humanidad tiene frente a sí al menos dos grandes
desafíos en este nuevo milenio: uno, reconciliar nuestro ser material con el
ser espiritual y dos, reconciliar las necesidades individuales con las
necesidades colectivas. Al primero le llamaré “la reconciliación entre la
economía y la espiritualidad”, y al segundo “la reconciliación entre yo y el
otro”.
Debido a que no hemos reconciliado estas dos dimensiones de
la vida humana, nos encontramos en guerra, exclusión social, sufrimiento,
desilusión, ira, incapacidad de avanzar, y muchos otros males.
2 Para analizar estos desafíos, podríamos hasta crear un
figura cuadrangular la cual contiene las posibles alternativas que pudiesen ser
analizadas en forma individual. Por ejemplo, seria interesante que
discutiésemos las posibles alternativas alrededor de nuestro destino
material-individual (MI) con relación al destino material colectivo (MC). En
forma similar, podemos hacer una reflexión sobre el camino espiritual
individual (EI) y el Colectivo (EC). Todas estas combinaciones y otras
permutaciones –e.g., material-espiritual (EM), individual-colectivo (IC)–
ofrecen campos de reflexión para aquellos que están en el camino de la introspección
y de su propia transformación humana.
En este breve artículo, quisiera compartir algunos
pensamientos respecto de estos desafíos. Sin embargo, primero me gustaría dar
un marco de referencia a un posible debate posterior.
El milenio de la
globalización:
3 Cada
vez más vivimos en una sociedad globalizada. Nosotros vemos más sus resultados
e influencias, de lo que entendemos sus aspectos más transcendentales. Así es
como sabemos que estamos globalizando a nuestras economías mientras que también
nos damos cuenta que no se están globalizando las sociedades, los pueblos. Esto
es el resultado de una fuerza exagerada que ejercitan la economía y las
finanzas sobre otras dimensiones de la globalización, como son, por ejemplo,
las dimensiones ambientales, políticas, sociales, culturales, institucionales,
humanas, y espirituales.
4 La
globalización decidió partir como resultado de los incentivos económicos y
financieros; y aún los aspectos culturales, por sólo mencionar un ejemplo, se
integran en torno a esos incentivos económicos, y no a los culturales
propiamente tal. Como resultado, hemos entrado en un proceso en que hay
culturas muy dominantes que hacen desaparecer lenguajes, pueblos, patrones
culturales, sabiduría autóctona y diversidad, a todo nivel. Un mundo que se
mueve rápidamente a la “uniformidad” en nombre de la eficiencia económica y
financiera.
5 En
muchos ámbitos, ésto se ha traducido vulgarmente como “lo que no se vende a una
ganancia razonable, simplemente no sirve”. La competitividad –un elemento
realmente importante en nuestras vidas– se transforma en un bumerang de
proporciones negativas incalculables. En
otros ámbitos, ésto se ha traducido en “crecimiento económico primero, y
protección del medio ambiente después”. Más aún, como la economía y las
finanzas son la fuerza motriz del materialismo de mercado, esto también se ha
traducido en algo de un profundo significado sutil: “satisfaga sus necesidades
materiales primero, y las necesidades espirituales después”; otra manera de
decir que“la espiritualidad es el lujo de los que son ricos materialmente”. Y
así debilitamos a los pobres materiales y los sumergimos en el paradigma del
mercado para asegurarnos que entran a este paradigma sin identidad propia, y
los transformamos en las masas obreras o las masas de consumidores. Hay muchas
otras traducciones.
6 La
mayor parte de la gente ve a la globalización como un tren de alta velocidad,
imparable, y no cambiable en su dirección presente. Y a medida que esto penetra
las mentes de la gente, ellos se retiran cada vez más de los espacios en que
últimamente pueden ejercer alguna influencia en los ámbitos antes señalados. Es
así como se concentra la riqueza y se radicalizan los procesos sociales y
humanos. Sólo nos queda mirar a Irak y Afganistán como ejemplos recientes. Más
dramático aún es el ejemplo que nos dio el genocidio en Ruanda donde millones
de personas perdieron la vida. En mi opinión, los incentivos existentes van en
la dirección a continuar estos procesos de radicalización.
7 La
globalización está guiada por valores estrictamente individuales, cuando, por
el contrario, la globalización es el ámbito mas claro de lo colectivo. Hablamos
de una ‘villa global’, pero no funcionamos con valores colectivos y globales,
para hacer que los que viven en dicha villa tengan posibilidades de éxito, o
simplemente de sobrevivencia. Los valores que guían a la libre competencia, al
comercio internacional y al intercambio de bienes, servicios e individuos, son
eminentemente personales y egoístas. Estos valores se esconden detrás de la
figura de un gobierno, o de una corporación internacional, dando un dejo de
movimiento hacia lo colectivo. Esto es solamente la pantalla. La cosa de fondo
es un individualismo extremadamente fundamentalista. Como resultado, vemos la
exclusión de millones de personas que forman la masa de pobreza, miseria, y
hambruna en todo el mundo, incluyendo el mundo de los países llamados
industriales o desarrollados.
8 Los
valores del colectivo –como son los de amor, compasión, fraternidad, igualdad,
entrega, servicio, etc– son básicamente olvidados. Por lo tanto, a pesar del
debate que podamos tener acerca de nuestras realidades colectivas, en la
práctica lo colectivo es un residuo mal generado de las transacciones
individuales. En suma, el óptimo colectivo no está siendo generado como la suma
de los estados óptimos individuales. Algo más se necesita para alcanzar el
óptimo colectivo.
Fracasar
en la globalización –debido a la extrema pobreza, marginalización, erosión
progresiva del poder de las grandes masas de población, inequidad económica y
de todos los otros tipos, y mucho más– es simplemente fracasar en nuestro
destino colectivo.
9 Este
es el milenio de la globalización. Fracasar en lo global significará más
guerras, conflictos armados y de otro tipo, sufrimiento, y en última instancia,
significará la pérdida progresiva de nuestros avances y riquezas materiales. El
avance material no es independiente del avance no-material. Este es un tema que
tocaré más adelante.
Una sociedad materialmente
rica y espiritualmente pobre:
Los
adelantos en nuestras sociedades son básicamente medidos en forma material. La
forma más popular de hacer esto es a través de la medición de los productos
geográficos brutos de una economía.
10 Todo
depende del consumo material de bienes y servicios. Al principio del último
milenio, el consumo global alcanzaba al trillón de dólares. Este milenio
comenzó con un consumo cerca no a los 30 trillones de dólares. Estas no son
solamente cifras exorbitantes, sino además son de una disparidad apabullante.
De estos 30 trillones, los más ricos (i.e., el 20% de ingresos superiores)
consume el 86.5% del total, mientras que los más pobres (i.e., el 20% más pobre
de la población) consume solamente el 1.3%. Esos son los niveles de consumo que
cuadran con la destrucción ambiental, la pobreza y miseria, y tantas otras
falencias que nos toca vivir como generación.
11 No
tengo nada en contra de lo material, ni de que hayan ricos en una sociedad.
Sería muy ideal que fuésemos todos iguales. Lo que sí quisiera decir es que las
inequidades están aumentando significativamente, haciendo de nuestro mundo
colectivo un ámbito sumamente frágil.
Lo
importante es saber qué nivel de conciencia tienen aquellos que poseen la mayor
parte de los bienes materiales. La conciencia humana de aquellos que tienen el
poder, y la influencia sobre los adelantos tecnológicos.
12 La
conciencia humana es la clave y, a la vez, el puente que une lo material con lo
espiritual. No podemos vivir en una asimetría entre un altísimo nivel de
bienestar material con un bajo nivel de conciencia. Es aquí donde, nuevamente,
debemos enfocarnos en el ámbito de lo individual y de lo colectivo, ya que sólo
a mayores niveles de conciencia será posible integrar lo individual con lo
colectivo. Y es allí donde se empezarían a tomar decisiones que fuesen más
cercanas al nivel óptimo de bienestar en el campo de lo colectivo.
13 Los
modelos que nos impone la globalización son esencialmente dominados por un
paradigma de la riqueza material y de la pobreza espiritual. Lo espiritual no
aparece como una dimensión relevante en los modelos económicos o sociales. La
espiritualidad es hoy en día muy mal entendida, y como tal, se la excluye de
las decisiones públicas. Pero un desarrollo económico y social sin espíritu es
como una realidad artificial y vacía, sin identidad interior, sin un compás que
muestre la dirección apropiada.
14 Sin
embargo, hay una ley universal que debemos entender y practicar a la letra. En
particular, que la riqueza material esta íntimamente ligada y es dependiente de
la riqueza espiritual. Lo material no existe sin que todo esté ligado a lo
no-material. Hoy en día hay muchísima evidencia científica que demuestra que la
fuente de la materia es la no-materia. Por lo tanto, es cuestión de tiempo para
que se vea el colapso de aquellas sociedades que sólo están en el camino del
materialismo desarrollista.
15 La
tecnología, que esta a la base de dicho avance materialista, depende de la
inteligencia humana. Y la inteligencia humana depende de los estados de
conciencia que son capaces de manifestarse en forma material más avanzada.
Altos niveles de avance material tienen que ir acompañados por necesidad de más
altos niveles de conciencia espiritual.
La sociedad del 200%: hacia
lo colectivo
Esto
nos lleva a proclamar lo que se ha llamado “La sociedad del 200%”. Esta es una
sociedad que es rica en ambos ambientes: lo material y lo espiritual.
16 Más
aún, en esta Sociedad de 200% el ámbito de lo material y de lo colectivo son
uno solo. Esto se da a través del reconocimiento y de la práctica de la
interdependencia humana y de la interdependencia de todos con todo. Es decir,
es una sociedad que avanza en todas las direcciones que se identificaron al
principio de este artículo. Es este principio de interdependencia que también
nos lleva a desarmar la falacia de que podemos desarrollarnos sólo
individualmente, sin hacer avanzar el desarrollo de lo colectivo.
En
conclusión, no hay nada material que no tenga origen en lo espiritual, ni nada
espiritual que no se manifieste materialmente. Más aún, no hay nada que
signifique avance individual independiente del avance colectivo.
17 Por
lo tanto podemos avanzar aquí un principio fundamental de la espiritualidad:
uno avanza en lo personal para darse por entero al servicio de lo colectivo. No
existe espiritualidad de lo personal exclusivamente, excepto como una forma de
fetichismo. Pero eso no es espiritualidad.
La economía espiritual ¿Es
esta posible?
18 Mucha
gente ve a la economía como la demostración practica de lo material. Ven a la
economía y la espiritualidad como dos posiciones extremas en la vida humana.
Esto es simplemente el resultado de un error del intelecto.
La
economía es una colección de valores que la gente usa en condiciones de escasez
material. Es la ciencia de la escasez. Es la ciencia que explica o predice el
comportamiento humano bajo condiciones de escasez.
19 Si
los valores son individualistas, como se notó anteriormente, entonces el
comportamiento de las personas bajo condiciones de escasez serán muy distintas
a una situación en que los valores son colectivos. Es simplemente una cuestión
de valores, y por lo tanto, nuevamente, una cuestión de niveles de conciencia
humana.
20 La
evolución humana nos esta llevando cada vez más hacia la integración de valores
humanistas y espirituales en la economía. Cuando la economía se rija por dichos
valores comenzaremos la práctica de la “economía espiritual”. Esta es la
economía del futuro. Esta es la economía que integrará los ámbitos materiales y
espirituales, individuales y colectivos. Un camino inevitable para la humanidad
dadas las situaciones de conflicto, inequidad, y destrucción ambiental y social
que estamos experimentando.
Reflexiones finales:
21 Para
que los cambios propuestos aquí se materialicen se requiere de una revolución
profunda de los valores que rigen a la globalización, de un compromiso profundo
en el ámbito político y social, y de una nueva forma de liderazgo que abrirá
los caminos necesarios para el verdadero cambio. En general, podemos decir que
la transformación humana o es el fiel espejo de un consenso pacifico, o será el
desgraciado resultado de guerras y conflictos. La decisión es nuestra.
Referencia electrónica
Alfredo
Sfeir-Younis, « Reconciliar la economía materialista con la espiritualidad: el
gran desafío del nuevo milenio », Polis [En línea], 8 | 2004, Puesto en línea
el 10 agosto 2004, consultado el 25 julio 2014. URL: http://polis.revues.org/6057
; DOI : 10.4000/polis.6057