Fuente: Wikipedia
La Modernidad es un concepto filosófico,
historiográfico y sociológico,
que propone un mundo de metas. En el mundo moderno cada ciudadano propone sus
metas según su propia voluntad. Se alcanza la meta de una manera lógica y
racional, es decir, sistemáticamente se da un sentido a la vida. Por cuestiones
de manejo político y de poder se trata de imponer la lógica y la razón,
negándose en la práctica los valores propuestos.
Desde ese punto de vista es similar al concepto kantiano de Ilustración
(la mayoría de edad del individuo, que ejerce su razón de forma autónoma: el Sapere aude),
y antes que éste al antropocentrismo humanista del
Renacimiento
(por ejemplo la Oratio pro homini dignitate de Pico della Mirandola). Fue muy significativo,
para entender la diferente concepción de lo nuevo entre la Edad Media y la
Moderna, el Debate de los antiguos y los
modernos.
En la sociología de Michel Freitag, la modernidad es
un modo de reproducción de la
sociedad basada en la dimensión política e institucional de sus mecanismos de
regulación por oposición a la tradición,
en la que el modo de reproducción del conjunto y el sentido de las acciones que
se cumplen es regulado por dimensiones culturales y simbólicas particulares.
La modernidad es un cambio ontológico del modo de regulación de la reproducción social basado en una
transformación del sentido temporal de la legitimidad.
En la modernidad el porvenir reemplaza al pasado y racionaliza el juicio de la
acción asociada a los hombres. La modernidad es la posibilidad política
reflexiva de cambiar las reglas del juego de la vida social. La modernidad es
también el conjunto de las condiciones históricas materiales que permiten
pensar la emancipación conjunta de las tradiciones, las doctrinas o las
ideologías heredadas, y no problematizadas por una cultura tradicional.
En términos sociales e históricos, no se llega a la modernidad con el final
de la Edad Media en el siglo XV, sino tras la transformación de la sociedad preindustrial, rural, tradicional,
en la sociedad industrial y urbana moderna que se
produce con la Revolución industrial y el triunfo del capitalismo.
La superación de la sociedad industrial por la sociedad postindustrial se ha dado en
llamar "posmodernidad". La crisis de la modernidad comenzó
hacia el final de la Primera Guerra Mundial cambiando la
mentalidad y las conciencias así como otros profundos cambios sociales que
derivaron en cambios políticos.
También se ha introducido el término transmodernidad
para el mundo caracterizado por la globalización.
Antecedentes de la modernidad (El antropocentrismo humanista)
A modo de ejemplo para tener en cuenta:
Sobre humanismo cristiano y pacifismo en la época colonial:
Humanista y pacifista a ultranza era Francisco de Vitoria. Le preocuparon siempre los fuertes problemas del momento: los diferentes movimientos culturales; las corrientes reformistas de la Iglesia, de la teología y de la espiritualidad cristiana; los derechos humanos de las personas y de los pueblos; problemas internacionales con sus relaciones culturales, económicas y de pacífica convivencia. La cuestión más grave en orden a esa pacífica convivencia entre los pueblos eran las continuas guerras en que ardía por aquellos años la cristiana Europa y la recién descubierta América: guerras contra los turcos, guerras contra los luteranos, guerras entre Francia y España, guerras en Italia e Inglaterra, guerras de ultramar en México y en Perú.
Las ideas pacifistas de Francisco de Vitoria se desprendían directamente de dos fuentes paralelas primordiales: Los Evangelios y el derecho o la razón natural. Las dos fuentes nos hablan de la fraternidad universal humana, que tiende de suyo a una conjunción amistosa e incluso política entre las naciones, formando la verdadera ONU, o la Super-ONU, que debería otorgar a los pueblos del Orbe la verdadera paz.
Sus ideas pacifistas e internacionalistas las expone Vitoria de forma especial en tres relecciones: De potestate civili (finales de diciembre 1528), De indis (principios de enero de 1539) y De iure belli (18 de junio de 1539). En ellas limita todo lo posible las guerras ofensivas. No pueden ser causa de guerra justa cualquier tipo de imperialismo: ni el deseo de extender los propios dominios, ni la gloria o el provecho personal del príncipe, ni el deseo de fuentes de riqueza. Tampoco la religión, o el pecado o la infidelidad pueden justificar ninguna guerra.
Humanista y pacifista a ultranza era Francisco de Vitoria. Le preocuparon siempre los fuertes problemas del momento: los diferentes movimientos culturales; las corrientes reformistas de la Iglesia, de la teología y de la espiritualidad cristiana; los derechos humanos de las personas y de los pueblos; problemas internacionales con sus relaciones culturales, económicas y de pacífica convivencia. La cuestión más grave en orden a esa pacífica convivencia entre los pueblos eran las continuas guerras en que ardía por aquellos años la cristiana Europa y la recién descubierta América: guerras contra los turcos, guerras contra los luteranos, guerras entre Francia y España, guerras en Italia e Inglaterra, guerras de ultramar en México y en Perú.
Las ideas pacifistas de Francisco de Vitoria se desprendían directamente de dos fuentes paralelas primordiales: Los Evangelios y el derecho o la razón natural. Las dos fuentes nos hablan de la fraternidad universal humana, que tiende de suyo a una conjunción amistosa e incluso política entre las naciones, formando la verdadera ONU, o la Super-ONU, que debería otorgar a los pueblos del Orbe la verdadera paz.
Sus ideas pacifistas e internacionalistas las expone Vitoria de forma especial en tres relecciones: De potestate civili (finales de diciembre 1528), De indis (principios de enero de 1539) y De iure belli (18 de junio de 1539). En ellas limita todo lo posible las guerras ofensivas. No pueden ser causa de guerra justa cualquier tipo de imperialismo: ni el deseo de extender los propios dominios, ni la gloria o el provecho personal del príncipe, ni el deseo de fuentes de riqueza. Tampoco la religión, o el pecado o la infidelidad pueden justificar ninguna guerra.
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