ENTRE AUTORÍAS Y COMPILACIONES

HACE AÑOS EMPEZAMOS A ESCRIBIR UN ESTILO PRINCIPALMENTE AUTOBIOGRÁFICO, EN PARTICULAR EN LOS OTROS BLOGS CUYOS LINKS ESTAN EN ESTA PÁGINA. CUANDO EMPEZAMOS A ESCRIBIR MENSAJES PARA LA ALDEA GLOBAL, DECIDIMOS INTERCALAR ENTRE LOS ESCRITOS DE NUESTRA AUTORÍA UNA SERIE DE COMPILACIONES Y TRANSCRIPCIONES DE TEMAS SACADOS DE OTRAS FUENTES DE INTERNET, EN PARTICULAR LA WIKIPEDIA.
LA FINALIDAD DE ESTAS TRANSCRIPCIONES, ES PARA EL AUTOR, IR IDENTIFICÁNDOSE CADA VEZ MAS CON DIFERENTES IDEOLOGÍAS QUE EXISTEN EN LA ACTUALIDAD Y EN BASE A LO QUE LE VA DICTANDO SU CORAZÓN, LO QUE NO DEJA DE SER UNA TAREA DE AUTOCONOCIMIENTO. POR OTRO LADO, PARA LOS LECTORES LES OFRECEMOS ESTAS COMPILACIONES DE IDEAS Y ESTUDIOS PARA COMPARTIRLAS CON USTEDES Y CON EL AFÁN DE PROMOVERLAS.
ESPERAMOS QUE SEAN DE SU AGRADO O POR LO MENOS MOTIVO PARA VUESTRA REFLEXIÓN.

jueves, 16 de octubre de 2014

PRIMER CUMPLEAÑOS DE PAPÁ DIFUNTO (HOMENAJE)

Pueblo Alberdi, 16 de octubre de 2014

Querido papá:

Hace rato quiero escribirte un homenaje como se lo escribí a María Irene y a la Tía Virginia.
Empezaré diciéndote que este será un homenaje corto, no como el de María Irene. Porque eran cortas nuestras palabras.
Recuerdo que siempre me incomodaron nuestros silencios, hasta que ya estando de recuperación de tu A.C.V. ¡hace tan solo unos meses! Estábamos en la mesa del living sentados los dos, fumando, mirándonos de reojo, mirando también al horizonte urbano que se ve por la ventana que da al balcón del Bolívar, y por fin después de tantos años, me animé y te pregunté:
¿Papá a vos te incomoda estar en silencio conmigo? Para mis adentros estaba pensando: Porque con los demás hijos, con tus amigos y con casi todos tus nietos hablas mucho.
Vos me miraste sorprendido y exclamaste: ¡Si estuviera incómodo, hablaría! ¿O no?
Con esas pocas palabras entendí el viejo dilema que tuve toda una vida: Conmigo fuiste uno de los únicos con los que encontraste paz en medio del silencio. Paz sin tener que hablar demasiado y no porque conmigo no eran interesantes los temas, como yo siempre creí, desvalorizándome sistemáticamente, sino porque NOS COMUNICÁBAMOS CON NUESTROS GESTOS Y DE CORAZÓN A CORAZÓN.
Siendo agnóstico casi toda tu vida, me enseñaste primero que nadie lo que después mi esposa ahondó con sus otras enseñanzas y que más tarde estudié en diversos libros y artículos de internet: Es cosa de ese lado místico que descubrí; comunicarse callado. “Hablar callao”, como más o menos me lo dice Ely muchas veces. Es cosa de místicos contemplarlo todo en silencio, como lo hiciste vos toda la vida, mientras yo te observaba y de vos aprendía a ser hombre, aprendía esa técnica, del silencio, sin saber que era una técnica para el ejercicio de mi definitiva religiosidad, la técnica que más tarde se convirtió en mi reflexión humanista y meditación religiosa características de mi personalidad y modo de vida, técnica que aprendí ya de grande, sin esperármelo y de manera absolutamente misteriosa, técnica que me hizo más inteligente, compasivo y creativo, habiendo sido vos el primer maestro que tuve en esto y mi esposa la segunda, con quien también te comunicaste siempre de manera cálida y amorosa, todos éstos años, igualmente, en medio de muchos silencios entre ustedes, de lo más significativos para ambos, ya que los dos eran experimentados en esto de hablar callao. Con ella, una de tus dos nueras, lograste una complicidad secreta, desde que sin decirle palabra alguna, te le acercaste y le regalaste esa rosa roja, el día de nuestro casamiento, mientras celebrábamos en Las Tinajas. Así en el Nombre de la Rosa…, sellaste tu trato con ella: pocas palabras, mucho amor, mucha admiración mutua y absoluto respeto.
Y me doy cuenta que en realidad no voy a poder escribirte poco, dado que son muchos los recuerdos que me están viniendo a la mente, en este día de tu cumpleaños. Te rendiré entonces homenaje a la mía, “a la otra parte mía”: Escribiendo y hablando hasta por los codos, con quienes les tengo confianza, en este caso, mis lectores.  
¡Cuántos legados me dejaste! En realidad no son muchos, sino más bien unos pocos y muy profundos, porque la cosa es paradójica, se sienten muchísimos y fueron pocos, pero por demás significativos.
Así como era propio de tu admirado Hipólito Yrigoyen; pocos objetivos, bien concentrados y muy pero muy profundos.
Si, viejo querido: justamente esta mañana mientras le contaba algunas cosas tuyas a mi A.T. Ana, le señalé que fuiste hombre de lo más austero, para nada ambicioso, que te gustaron y tuviste pocas cosas, pero las pocas que tuviste, fueron de excelentísima calidad, así como tus impecables trajes negros, tu encendedor Zipo, tu reloj Citizen President que tantos años llevaste en tu muñeca y que me donaste en vida, tu Ford Falcon Deluxe, tus cigarrillos Benson & Hedges, tus puros ocasionales, tu exquisita Biblioteca, tu hermoso Departamento del Bolívar, que junto a la mamá nos compartiste a toda tu gran familia, todos estos años, desde 1978 y unas cuantas cosas más, para nada abundantes, para nada exuberantes, ni mucho menos ostentosas.
Hoy me queda en mi haber dos legados tuyos que ahora repaso, aunque fueron más como te dije antes: uno, una actitud tuya que también la compartiste con la mamá en una sola carne como lo dice el apostol Pablo, en una sola idiosincrasia, en una sola educación para los tuyos:
¡Más vale poco pero bueno! y por otra parte, una frase que de vez en cuando decías y que también la mamá adoptó como propia: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno
Y entonces, aunque a esta altura del homenaje, quisiera ya escribir y escribir, tal vez todo un libro entero, tal vez  tu mismísima biografía…, trataré de hacerle honor a esa última frase tuya que he citado.
Y me quedaré secretamente con tus otras enseñanzas, con tantas y tantas, y al mismo tiempo tan pocas, breves, concisas, claras, y hasta fulminantes, fulminantes de los muchos lados oscuros de mi persona que se fueron deshaciendo para dar cabida a un hombre de bien.
Me quedo en mi haber con ese “gusto exquisito” y epicúreo por todo lo natural y cultural de buena calidad que nos supiste transmitir. ¡Gracias papá!
Tu hijo menor, que te ama tanto y que te seguirá teniendo presente siempre, en recuerdo mental y espíritu.


                                                             Leandro J. Alippi García.


                                                                                             




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