MÍA YA CRUZÓ EL RÍO

Ayer muchos nos dieron el pesame por la muerte de Mía, y yo también llame a algunos familiares para contarles. Entre estos elegí a la Sra. Virginia quien hasta el verano estuvo trabajando en casa. Le mande un mensajito en la creencia que lo iba a entender, escribiéndole: "Mía cruzo el río...". Al rato me contesta: ¡Es que Mía es digna de ejemplo! Yo no comprendía del todo su respuesta, pero advertí que no me había entendido el mensaje. Entonces le escribo otro: "Mia murio a las 10:20 hs." y con su contestación me doy cuenta que estaba totalmente confundida, me escribe: "Soy Virginia". Entonces la llamo para aclararle el asunto: "Hola Virginia, le digo, y ella me contesta muy amablemente, preguntándome despúes, si estaba de campamento. No Virginia, le respondo, no me ha comprendido. Estoy en Córdoba y esta mañana Mía ha muerto. Pero le escribí lo que le escribí porque me acordaba muy bien de la anécdota que usted me contó sobre la tradición de sus ascendientes coyas de Tilcara, hasta mediados del siglo pasado y de lo que hicieron cuando falleció su padre.
Esta tradición consistía en que cuando moría el amo, sacrificaban al perrito que lo había venido acompañando, para que éste cruzara primero el río y lo ayudara al difunto en su transito hacia el otro mundo. Allí recordó Virginia esta historia triste que ella nunca juzgo, porque se trataba de una tradición centenaria de sus antepasados, que dejaron de practicarla sus hijos. Pero como valor simbólico, la historia es de lo mas conmovedora, la conmovio a ella cuando era niña y perdió a su papá y nos conmovio a Ely y a mi cuando Virgninia nos la contó.
Entonces al fin nos dio el pésame y cortamos... Al rato recibo un nuevo msn de parte suya que decía: "Mía ya cruzó el río y los va a ayudar a cruzarlo a ustedes, y también va a ayudar a que yo lo cruce porque yo la quería mucho a esa bella perra."
Entonces recordé la vez que estando de campamento los dos solos, la perra y yo, en un lugar apartado de Cuesta Blanca, totalmente fundidos con la naturaleza, lo que se evidenciaba con mi nudismo, cierto día, con el río totalmente crecido nos lanzamos a cruzarlo a nado, ella se me adelantó y llegó primero a la costa luego de pasar por importantes olas super correntosas que nos arrastraron como a 50 metros del lugar donde habíamos partido. ¡Cruzar ese río caudaloso fue pura adrenalina para estos dos arianos! (ella y yo)