El otro día me encontré con una
pintora que siempre ha sido muy prolífica y en toda su carrera no había nunca
dejado de pintar paisajes figurativos. Me contó de algo que le está pasando: se
le ha ido la inspiración y no está pintando.
La pintora debe tener alrededor
de 60 años y me comentaba que es la primera vez que le ocurre esto. Con mis 42
años la pude comprender perfectamente y enseguida entramos en sintonía. A mí me
pasó con mis escritos, le dije. Y le comenté que había leído varias veces,
opiniones de diversos artistas que hablan de estas etapas de “meseta” en la
creatividad.
Una etapa que se percibe algo así como una desolación
y amargura. Una etapa donde uno no se reconoce a sí mismo, ya que antes
producía una o dos obras por día y de repente pasan y pasan los días y hasta
los meses y no produce nada.
¿Y qué estás haciendo le
pregunte?
Estoy enmarcando, me contestó.
Luego, continuó contando:
Lo que me ocurrió, dijo, fue que
hice una pintura abstracta que me gustó muchísimo, y después entré en conflicto
con mis paisajes…
Yo le dije entonces:
¡Pues tienes que seguir
enmarcando y en forma automática irás meditando sobre la bifurcación ésta a la
que has llegado con tu arte!
¡Algún día cuando estés
terminando un marco, te sobrevendrá una idea para continuarla pintando!
No hay comentarios:
Publicar un comentario