He descubierto
algo que ya lo intuía desde hacía varios años.
Tenía que estar
jubilado para poder experimentar dos retiros espirituales al año. Uno en mi
desierto personal en compañía del Hermano Jesús y para la cuaresma. El otro en
la primavera, en medio del mundo, de la mano de La Madre.
En el primero me
reformulo la vida que he llevado hasta entonces y renazco a una nueva vida en
el tiempo pascual, resurge el hombre nuevo que hay en mi.
En mi primavera
personal, que comienza a mediados de Agosto con los primeros calorcitos y con
el florecer de los lapachos, me encuentro tan pero tan cansado que debo volver
al nido y desde allí hacer pequeños intentonas por volar. Aunque todavía, deba
volver a pisar tierra, luego y continuar trabajando en el mundo terrenal de
todos los días.
Ya estoy listo
para regresar a Casa Club y a mis actividades diarias, pues ya tome consciencia
de lo que tenía que tomar consciencia, en este último retiro y es de lo que les
estoy escribiendo ahora.
"Mi entorno afectivo y yo, tiramos para
el mismo lado, por mas que sea desde ópticas muy diversas. No hay
contradicciones y producimos una gran sinergia en la misma dirección. la
dirección del Amor y la integridad.Todos consciente o inconscientemente nos
amamos. Y esa es nuestra Gran Causa: estar incluídos en una especie de gran
familia, a donde podamos expresar todo nuestro amor"
Ha quedado
atrás el sufrimiento y también la euforia, pero no el dolor, ni mucho menos la
alegría. Porque el dolor es natural al hombre pero el sufrimiento es para quién
se empeña en vivir atado al pasado o estar pendiente del futuro y por eso el
dolor se le hace crónico. Esto no es natural.
El que se halla
totalmente concentrado y centrado en el presente puede, si toma ciertas medidas:
¡Despertar a su consciencia! El dolor le servirá entonces para crecer y
adquirir más sabiduría, cuando se haya pasado, pero no para sufrir.
La euforia también
ha pasado, nos acompaño por muchos años, cuando no sabíamos resguardar las
experiencias místicas en el cofre de nuestros tesoros, es decir en nuestro
corazón y cuando no alcanzábamos a tener el corazón en paz.
Cuando ello
ocurre, que a mi me ha pasado recién en esta primavera, solo experimentamos
alegría y gozo, pero ya no euforia, ni excitación porque ello es delirante.
Lo único que
verdaderamente importa es que estemos conectados con nuestro presente y veamos
la realidad más verdadera, luego que nos quitemos la programación que la
familia, la educación, la cultural, la política y la religión nos ha puesto en
nosotros.
¡Pero ojo! que
cuando ocurre este grado de despertar, aunque la realidad convencional cambie ante
nuestros ojos y pasemos a ver la verdadera realidad, no significa que empecemos
a hacer cosas diferentes a las que hacíamos.
¡Tal vez si, tal
vez no!
Porque también nos
deberemos desapegar de esos deseos que nos mantienen encadenados. Estos apegos
son por ejemplo: fama, fortuna, éxito, prestigio, reconocimiento y aceptación
social, necesidad de quedar bien con todo el mundo, necesidad de ser amado,
vanagloria, etc.
Debemos aceptarnos
a nosotros mismos tal como "somos", con nuestros defectos, virtudes,
errores, y con nuestras formas de ser; algunas miserables, otras loables, a las
que si todavía queremos cambiarlas, aún podemos hacerlo porque "no somos
esas formas" y entonces nuestra vida cambiará mucho y hasta podrá cambiar
drásticamente. Para ello, nos tendremos que despojar de muchas cosas y personas
y quedaremos con un grado de libertad que es verdaderamente como para continuar
solos en la vida, a la manera de casi todos los místicos.
¡Yo no he elegido
ese camino! y sigo negociando mi libertad, como lo hacía el Padre Fundador de
la Orden de la Merced; San Pedro Nolazco y esto es así para mi, porque La Madre
a la que sigo, es justamente La Virgen de la Merced, patrona de la
referida Orden. Pero esa es una de mis formas de ser, la que yo he elegido,
ello no significa que: "yo sea ello". Lo que soy es mucho mas y mucho
menos que un negociador y las otras formas que también he elegido para mi, que
me hacen actuar entre otras cosas, como un pequeño místico inserto en medio de
una familia y en medio de una comunidad, para la que he decidido estar más o
menos disponible.
Pero si nuestra
vida va bien, con las formas que hemos elegido, nos deberemos desapegar, eso si
de las exigencias personales y sociales que nos superan, como así también del
maldito sentimiento de querer triunfar a toda costa.
Podremos hacer lo
mismo que hacíamos, pero ya no querremos ser los mejores. Ahí estaremos
achicando nuestro ego, lo cual también resulta fundamental y adquiriremos con
ello una vida más sencilla y humilde, con la posibilidad cierta de acertar algunas
veces y de errar otras, iremos adquiriendo una nueva forma: la forma del
hermanito sencillo, en lugar de la del padre importante. Así como lo hicieron:
San Francisco de Asis, o el hermanito Carlos de Foucauld, que dicho sea de
paso, este último beato, tenía esa doble faceta en su personalidad, y que me ha
servido de inspiración; la de ser místico, por un lado y al mismo tiempo
apostólico, es decir; sociable y servicial.
Sin embargo como
lo dice la Biblia; "Nadie es profeta en su propia tierra", este beato
debió irse de su Francia natal a Medio Oriente, y yo no se todavía dónde puedo
echar mis semillas, para que maduren en tierra fértil, porque en mi tierra no
prenden.
Aquel cambio
drástico del que les hablo, también es posible para quienes estén sufriendo
mucho y deban desapegarse de una mochila pesadísima que han cargado por muchos
años, siempre y cuando lo quieran hacer y estén dispuestos, puesto que de lo
contrario, se deberán aceptar con esas formas que mas de una vez por todas, y
aunque puedan parecer criticables a los demás, pero eso si: ¡Seguirán dormidos
hasta morir! y su vida será un sueño en lugar de una realidad y por ello no
alcanzarán el gozo, la libertad y el amor verdadero.
Si en cambio
aceptamos nuestras formas, pero nos despojamos del sufrimiento, sabremos que lo
que hemos aceptado para nosotros son solo formas de ser, elegidas con nuestro
libre albedrío, pero al mismo tiempo sabremos que no somos ellas y que ellas
solo nos sirven a los fines prácticos, pero mas vale actuar como “testigos” de
esas formas, sin involucrarnos emocionalmente con ellas, porque ello nos
termina enfermando.
Estas formas nada
tienen que ver con la realidad de lo que somos. Somos a imagen y semejanza de
Dios..., por lo tanto: somos inaccesibles, cambiantes, dinámicos y también
cíclicos, como lo es la naturaleza, de la que también formamos parte.
Lo importante que
La Madre, como les dije, para mi; la Madre de la Merced, pero que puede ser
cualquier otra advocación de la Virgen, o incluso la Madre Tierra, para
algunos, nos quiere libres y nos va dando diversas mercedes, gracias,
bendiciones o “frutos”, para que nos vayamos liberando de todas nuestras
esclavitudes modernas.
Al final de un
largo proceso estaremos libre de todos y de todo y tal vez nuestra vida sea sin
embargo la misma que la de los últimos años, pero la gran diferencia será, que
ya no estaremos apegados a las cosas, ni a las personas y aunque las amemos,
con un amor auténtico y compartamos nuestra vida con ellas. Sera un amor
verdadero en donde cada uno de los extremos de las diversas relaciones familiares
y sociales será muy autónomo.
El amor debe ser
libre. No se puede amar cuando "se tiene" a alguien, porque eso no es
amar, sino dominio, y tampoco cuando se lo desea, porque eso es ilusión,
fantasía, obsesión o delirio.
Solo se puede amar
de verdad, cuando se comparte la vida y veo en el otro, todos los días algo de
lo que esa persona “es” en realidad, cuando veo lo nuevo de él o de ella,
cuando me dejo sorprender constantemente, sacándola a esta persona de mi
programación y no prejuzgándola en nada. Cuando me doy cuenta que al igual que
uno, ella es inaccesible y misteriosa, como lo es Dios, de quien somos como lo
dice la biblia a imagen y semejanza.
Los nombres y los
títulos para determinar las personas, no nos caben, solo provocan confusión y
sirven nada más que para fines prácticos en la comunicación diaria pero esas
personas son mucho mas que nombres y títulos porque no están determinados por
nada ni por nadie.
Todos nosotros
somos semejantes a Dios, sencillamente: "somos", al igual que Dios
que simplemente Es y sin embargo no somos Él.
¡Que eso quede
bien pero bien claro!
Solo somos su
templo. Solo somos a su imagen y semejanza. Él es absolutamente inaccesible. Es
El Misterio Absoluto, y sin embargo en Él nos unimos todos, porque todos
conformamos, además de su templo su cuerpo místico, somos su intrumento y
también su testigo.
Y no importa que
su cuerpo místico esté conformado por Cristianos, Judíos, Musulmanes, Budistas,
Hinduístas, Shamanes o incluso Ateos...
No es importante a
qué credo pertenezcan los despiertos y hasta los dormidos. Mientras estén despiertos,
eso es lo que cuenta. La libertad de cultos debe ser una premisa básica. Porque
si no, seguiremos discutiendo y peleando por toda la eternidad.
El que despierta
se ilumina y lo importante es iluminarse.
¡No es lo
importante, seguir a ningún iluminado!
Uno debe seguirse
solo a si mismo, pues el mismo Dios es quien nos estara siempre Guiando para
que marchemos a veces por caminos predregosos cuando nos pone pruebas para que
aprendamos, otras veces por caminos áridos en donde también deberemos aprender
a no ser escuchados por aquellos que nos interesan, otras veces por caminos
fértiles, donde daremos al fin frutos.
Así es la vida: llena
de pruebas, superaciones, aciertos y errores. Llena de alegrias y tristezas,
llena de felicidad y a veces de dolor. Llena de experiencias, vivencias y
aprendizaje.
También
algunas veces seremos como ovejas y otras veces nos encabritaremos. Pero no os
preocupéis, porque somos mucho más que una oveja o un cabrito. Somos
Nosotros, los seres humanos, hijos de Dios.
No fueron ni dos, ni tres semanas la del retiro espiritual primaveral. Fueron 4. Casi todo el mes de Setiembre. Y el agotamiento comenzó a sentirse mas o menos a mediados de Agosto.
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