ENTRE AUTORÍAS Y COMPILACIONES

HACE AÑOS EMPEZAMOS A ESCRIBIR UN ESTILO PRINCIPALMENTE AUTOBIOGRÁFICO, EN PARTICULAR EN LOS OTROS BLOGS CUYOS LINKS ESTAN EN ESTA PÁGINA. CUANDO EMPEZAMOS A ESCRIBIR MENSAJES PARA LA ALDEA GLOBAL, DECIDIMOS INTERCALAR ENTRE LOS ESCRITOS DE NUESTRA AUTORÍA UNA SERIE DE COMPILACIONES Y TRANSCRIPCIONES DE TEMAS SACADOS DE OTRAS FUENTES DE INTERNET, EN PARTICULAR LA WIKIPEDIA.
LA FINALIDAD DE ESTAS TRANSCRIPCIONES, ES PARA EL AUTOR, IR IDENTIFICÁNDOSE CADA VEZ MAS CON DIFERENTES IDEOLOGÍAS QUE EXISTEN EN LA ACTUALIDAD Y EN BASE A LO QUE LE VA DICTANDO SU CORAZÓN, LO QUE NO DEJA DE SER UNA TAREA DE AUTOCONOCIMIENTO. POR OTRO LADO, PARA LOS LECTORES LES OFRECEMOS ESTAS COMPILACIONES DE IDEAS Y ESTUDIOS PARA COMPARTIRLAS CON USTEDES Y CON EL AFÁN DE PROMOVERLAS.
ESPERAMOS QUE SEAN DE SU AGRADO O POR LO MENOS MOTIVO PARA VUESTRA REFLEXIÓN.

lunes, 8 de octubre de 2012

SI DE DESPERTAR SE TRATA, NO NECESARIAMENTE DEBEMOS RENUNCIAR


Este mes de setiembre próximo pasado, quise dejar mi tratamiento, el que vengo llevando desde hace 11 años con el Dr. Muscellini y todo su equipo profesional interdisciplinario. Lo quise dejar porque anhelaba "despertar" y pasar a ser definitivamente místico. Me había estado influyendo el libro titulado: "Auto liberación interior" de Anthony de Mello.
La verdad que no hice lo que el mismo libro me había sugerido hacer: analizarlo todo, incluso hasta el mismo libro que me estaba influyendo. Me tomé de lo que el libro decía sobre la manera de alcanzar la libertad, es decir: quitándonos la mochila de nuestras exigencias y promesas que no queremos hacer y adquirir una vida de libertad, gozo y alegría y yo creí que una de esas mochilas era las obligaciones que tengo hacia Casa Club Bien Estar. Por eso quería abandonarla y como mi psiquiatra me había dicho que ese era el tratamiento que se me ofrecía, que si no estaba dispuesto a aceptarlo, directamente me buscara otro médico, llegué a pensar que debía desapegarme también de este, al que considero además de mi psiquiatra, mi amigo personal, y al que le debo muchas oportunidades que me ha brindado, tanto terapéuticas como laborales.
Entonces después de fallarle a una consulta, dado que estaba en medio de una meditación muy profunda sobre qué hacer con el tratamiento integral que se me lleva adelante, lo llamé a los días y me dio un nuevo turno. Estaba nervioso porque tenía que expresar todo lo que tenía dentro y temía que me cerrara las puertas al diálogo, basándose en el argumento de que ciertas pautas dadas por él hacia mi persona eran simplemente prescripciones médicas que el paciente no puede poner en tela de juicio, si es que pretende seguir con ese profesional de la salud...
Ese día que estaba tan nervioso, lo llamé también a mi viejo, que tiene 83 años, y se halla poco psicoeducado y estuve conversando con él un rato. Le conté de mi nerviosismo y le dije que tenía que expresarme en la terapia, con mas de mi temperamento que con menos de mi carácter y dado que él me había introducido en la idea de los cuatro temperamentos clásicos, pues sin saber por qué le dije "que se hiciera cargo", teniendo la intención de que me escuchara por un rato lo que yo estaba planeando decirle a mi médico. No se de qué le estaba pidiendo que se hiciera cargo, creo que de escucharme un rato por teléfono para descargar un tanto mi nerviosismo. Pero la reacción que tuvo el viejo me sorprendió sobremanera.
Me dijo: No querés que te acompañe a tu terapia. No voy a entrar a la consulta, pero podemos juntarnos una hora antes e irnos a tomar un café así conversamos un rato. 
Yo primero le dije: No... ¡Gracias papá pero esto lo debo resolver yo solo! y después me pareció tan simpático su gesto, que decidí aceptarle. Él estuvo muy gustoso que le aceptara su propuesta y quedamos en encontrarnos a las 18:30 hs en un bar, una hora antes del turno con el psiquiatra.
Yo le había dicho que mi temperamento era sanguíneo, y que necesitaba de la natural "agresividad" del tipo para poder expresarme de manera correcta con el psiquiatra, pero en forma civilizada.
Se hicieron las 18:30 hs. y me encontré con mi padre. Enseguida tomó la manija de la conversación y como cartesiano que es, me dijo: Estuve repasando los cuatro temperamentos de los 4 Apóstoles de Durero y llegué a la siguiente conclusión: "Si bien todos tenemos nuestro temperamento, éste es lo mas primitivo en nosotros y hay algo que supera a los cuatro tipos de temperamentos y esto es la razón" Vos tenes que entender con tu razón que estás bajo la dirección de tu médico y que eres su paciente, por lo que no puedes hacer otra cosa diferente a lo que él te prescriba. 
Curiosamente sus palabras quedaron resonando en mi mente porque yo esperaba un discurso de apoyo a mi pretensión de retirada, dado que como les he dicho, mi padre no esta suficientemente psicoeducado y siempre había tenido la sensación de que él mismo, no terminaba de aceptar mi enfermedad y que deseaba en su defecto, que yo me reinsertara definitivamente al mundo laboral "competitivo", dejando atrás la rehabilitación y el mundo laboral "protegido", propio de las personas con discapacidad.  
Sentí en ese momento que principalmente por la educación un tanto autoritaria, de mi padre, si se quiere, aunque esto no es del todo así, sino que es una sensación que tengo, puesto que así la he sentido durante gran parte de mi vida, pero por otro lado, tengo que reconocer que mi padre ha sido, toda su vida, una persona de lo mas democrática. En realidad es una persona de gran autoridad, incluso en el presente con sus ochenta y tres años y por esa gran autoridad, mas de una vez ha infundido temor, es decir: muchísimo respeto, en realidad, de parte de todos sus allegados y familiares.
En el bar estaba viendo y sintiendo cuál había sido el factor determinante de la manera como había moldeado mi temperamento sanguíneo con un carácter dócil al que yo creía más de una vez pusilánime. No pude más que escucharlo hablar, muy atentamente por cierto, quedándome por mi parte con un sabor amargo en mi garganta, dado que se me había frustrado la idea que yo tenía, de que él era mi único aliado en la referida pretensión de abandono del tratamiento. Sin embargo por otra parte, veía la escena que estábamos viviendo en ese instante presente y me llenaba de congoja y sentimiento positivo. Lo veía con sus muchas arrugas, con su cuerpo flaquito, con sus pasos lentos, con su sobretodo negro y su traje oscuro, mostrando que es un hombre de otra época y que siente frío, mucho frío, en lugar del calor que sentía yo en ese mismo momento. Percibía su cansancio, aunque al mismo tiempo lo veía como el hombre fuerte que siempre ha sido y por instantes me sentí como un niño frente a él, que venía con su padre al médico para ayudarlo a éste a contener su natural rebeldía.
Y creo que así ocurrió. Cuando el médico me hizo entrar a su consultorio, no entré pateando sillas, ni gritando como tal vez se le había ocurrido a mi acompañante terapéutica podría haber hecho, dado que había hablado con ella a la mañana y le había dicho que debía expresarme con mi natural agresividad. Me senté tranquilo como siempre lo he hecho, y el médico me preguntó cómo estaba.
Le dije: enojado, muy enojado Y luego le pude expresar todo lo que quería de manera bien civilizada. Le dije que tenía mi propio trabajo independiente y que ya no necesitaba mi rehabilitación psico social y laboral en Casa Club. Le dije que hasta había puesto en tela de juicio el largo tratamiento que se me lleva adelante desde hace 11 años. Le expresé todo lo que quería, y el médico me escucho atentamente e intercambiaba opiniones y comentarios sin contradecirme. Yo notaba que no me veía sacado de mi realidad como me ha ocurrido en otras oportunidades y eso me hacía sentir muy bien. Le dije que si era desorganizado y expansivo, quería aceptarme así con mis formas de ser y listo. Que ya no pretendía cambiar esas viejas y enraizadas formas dentro de mí. Que no estaba dispuesto a que el equipo terapéutico me las continuara señalando como si se tratara de algo malo en mí. El médico dijo: eso está muy bien. Que se acepte mas como usted es. Pero el tratamiento que le ofrecemos es este y si usted considera que nuestra relación ya ha llegado a su fin y no quiere seguir el tratamiento que le proponemos, pues puede dejarlo y buscarse otra terapia diferente, pero eso si. Si se va, ya no puede volver porque por una cuestión ética yo no atiendo mas a los que se van.
Yo estaba escuchando la posibilidad que me daba el psiquiatra de ser libre y en mi mente solo había confusión. Mis sentimientos estaban de lo más encontrados, sentía alegría y tristeza al mismo tiempo, alegría porque me habían comprendido, tristeza porque me imaginaba el hecho de dejarlo todo ahí nomás y el dolor que la sola idea me producía me hacía sentir esa tristeza. Tristeza por la soledad, creo yo.
No tome ninguna decisión en ese momento puesto que nadie me puso el cuchillo en la panza para que así lo hiciera. Me preguntó si podía ir a verlo a los dos días y le dije que si. Que por mi lado lo iba a seguir meditando.
Salí del médico y no me sentía de lo más alegre como me he sentido muchísimas veces. Sentía algo extraño. Sentía un poco de frustración, sentía tranquilidad por haber podido expresarme temperamentalmente señalando todo lo que quería, pero sentía también una sensación de predestinación que resultaba ser de lo mas angustiante, dado que toda la vida he creído en que somos artífices de nuestro propio destino. Todo esto sentía en un mismo momento, por eso digo que en realidad sentía "confusión", mucha confusión.
Los días que siguieron volví a Casa Club, y fui recibido muy bien. Todos estaban contentos con mi regreso y me sentí muy querido. Además, siendo esto lo principal, supe lo que ya había escrito en mi entrada anterior: Todos nos amamos, y también amo a Casa Club. El problema fue que durante un mes "no estuve disponible", solo lo estuve para estar de retiro espiritual con La Madre. 
Y así continuaron los días venideros... Me empecé a dar cuenta que estaba otra vez disponible para el tratamiento integral. Empecé a reírme otra vez con mis amigos de Casa Club, empecé a conversar de nuevo con el equipo terapéutico, sin tapujos, ni prejuicios. Y de repente, charlando con uno de estos psicólogos, éste me dijo dos cosas que me parecieron de lo más interesantes:
-Estaba tratando de repetir mi historia de abandono y retirada. Historia que ya había realizado hacia el año 2001, cuando dejé mi trabajo en tribunales y mi renuncia se convirtió en jubilación, cuando se fue mi ex mujer, cuando dejé la casa en la que vivía para regresar transitoriamente a la casa de mis viejos y luego a la nueva casa que habitaríamos con Ely. Ya había dejado a viejos amigos que en ese entonces me hacían más mal que bien. Ya me había desapegado de todos y de todo hacia el mencionado año, por lo que sostuvo el psicólogo, no debía hacer ahora lo mismo, dado que desde entonces, venia construyendo una nueva vida con muchísimo esfuerzo.
-Lo otro que me dijo el psicólogo me llamó poderosamente la atención: ¿Qué pasaría Leandro si a vos se te respetara esa necesidad que tenes de hacerte dos retiros espirituales al año, para el otoño y la primavera? 
Yo empecé a balbucear, nunca me imaginé que me hicieran esta pregunta. No hablaba muy coherentemente dada mi sorpresa, pero solo pude decirle que si yo "dejaba obrar a mi naturaleza", para mi seria todo mas fácil, porque a lo que aspiraba y que también se lo había dicho al psiquiatra era que Casa Club dejara de ser para mi, como un centro de rehabilitación, ni mucho menos como una casa. Puesto que consideraba que ya tenía mi particular modo de trabajo y por otro lado tenía también mi propio hogar. Yo pretendía que Casa Club fuera mas como un "Club" que como una casa o centro de día.
El psicólogo pareció entenderme muy bien, y me preguntó: ¿Qué te faltaría para que Casa Club se convirtiera en un Club para vos?
Yo no supe bien qué responderle. Solo le dije que necesitaba que el equipo terapéutico "viera" que a mi modo, yo trabajaba de verdad y que mi natural desorganización se "ordenaba espontáneamente" de manera sistemática todos los años, dos o tres veces, después de superar mis vaivenes anímicos y después de concluidos mis retiros.
No pudimos continuar conversando, dado que llegó el almuerzo, quedando la charla pendiente. Pero yo sentí que después de mi última reacción temperamental, sanguínea y flemática, poniéndome en consonancia con mí ser, las cosas empezaban como a querer cambiar en mí entorno.
El tema no está ni remotamente resuelto, pero se ha abierto el juego, se ha abierto el diálogo, y yo veo también que ha quedado abierta, una pequeña puertita para que yo pueda salir de esta sensación de exigencia exterior que siento sobre mi, debido al cumplimiento de un régimen de rehabilitación que para mi, que estoy retirado desde hace 11 años, resulta ser demasiado estricto.


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