Este mes de
setiembre próximo pasado, quise dejar mi tratamiento, el que vengo llevando
desde hace 11 años con el Dr. Muscellini y todo su equipo profesional interdisciplinario.
Lo quise dejar porque anhelaba "despertar" y pasar a ser
definitivamente místico. Me había estado influyendo el libro titulado: "Auto
liberación interior" de Anthony de Mello.
La verdad que no
hice lo que el mismo libro me había sugerido hacer: analizarlo todo, incluso
hasta el mismo libro que me estaba influyendo. Me tomé de lo que el libro decía
sobre la manera de alcanzar la libertad, es decir: quitándonos la mochila de
nuestras exigencias y promesas que no queremos hacer y adquirir una vida de
libertad, gozo y alegría y yo creí que una de esas mochilas era las obligaciones
que tengo hacia Casa Club Bien Estar. Por eso quería abandonarla y como mi
psiquiatra me había dicho que ese era el tratamiento que se me ofrecía, que si
no estaba dispuesto a aceptarlo, directamente me buscara otro médico, llegué a
pensar que debía desapegarme también de este, al que considero además de mi
psiquiatra, mi amigo personal, y al que le debo muchas oportunidades que me ha
brindado, tanto terapéuticas como laborales.
Entonces después
de fallarle a una consulta, dado que estaba en medio de una meditación muy
profunda sobre qué hacer con el tratamiento integral que se me lleva adelante,
lo llamé a los días y me dio un nuevo turno. Estaba nervioso porque tenía que
expresar todo lo que tenía dentro y temía que me cerrara las puertas al diálogo,
basándose en el argumento de que ciertas pautas dadas por él hacia mi persona
eran simplemente prescripciones médicas que el paciente no puede poner en tela
de juicio, si es que pretende seguir con ese profesional de la salud...
Ese día que
estaba tan nervioso, lo llamé también a mi viejo, que tiene 83 años, y se halla
poco psicoeducado y estuve conversando con él un rato. Le conté de mi
nerviosismo y le dije que tenía que expresarme en la terapia, con mas de mi
temperamento que con menos de mi carácter y dado que él me había introducido en
la idea de los cuatro temperamentos clásicos, pues sin saber por qué le dije
"que se hiciera cargo", teniendo la intención de que me escuchara por
un rato lo que yo estaba planeando decirle a mi médico. No se de qué le estaba
pidiendo que se hiciera cargo, creo que de escucharme un rato por teléfono para
descargar un tanto mi nerviosismo. Pero la reacción que tuvo el viejo me sorprendió
sobremanera.
Me dijo: No querés
que te acompañe a tu terapia. No voy a entrar a la consulta, pero podemos
juntarnos una hora antes e irnos a tomar un café así conversamos un rato.
Yo primero le
dije: No... ¡Gracias papá pero esto lo debo resolver yo solo! y después
me pareció tan simpático su gesto, que decidí aceptarle. Él estuvo muy gustoso
que le aceptara su propuesta y quedamos en encontrarnos a las 18:30 hs en un
bar, una hora antes del turno con el psiquiatra.
Yo le había
dicho que mi temperamento era sanguíneo, y que necesitaba de la natural
"agresividad" del tipo para poder expresarme de manera correcta con
el psiquiatra, pero en forma civilizada.
Se hicieron las
18:30 hs. y me encontré con mi padre. Enseguida tomó la manija de la
conversación y como cartesiano que es, me dijo: Estuve repasando los cuatro
temperamentos de los 4 Apóstoles de Durero y llegué a la siguiente conclusión:
"Si bien todos tenemos nuestro temperamento, éste es lo mas primitivo en
nosotros y hay algo que supera a los cuatro tipos de temperamentos y esto es la
razón" Vos tenes que entender con tu razón que estás bajo la dirección de
tu médico y que eres su paciente, por lo que no puedes hacer otra cosa
diferente a lo que él te prescriba.
Curiosamente sus
palabras quedaron resonando en mi mente porque yo esperaba un discurso de apoyo
a mi pretensión de retirada, dado que como les he dicho, mi padre no esta
suficientemente psicoeducado y siempre había tenido la sensación de que él
mismo, no terminaba de aceptar mi enfermedad y que deseaba en su defecto, que
yo me reinsertara definitivamente al mundo laboral "competitivo",
dejando atrás la rehabilitación y el mundo laboral "protegido",
propio de las personas con discapacidad.
Sentí en ese
momento que principalmente por la educación un tanto autoritaria, de mi padre,
si se quiere, aunque esto no es del todo así, sino que es una sensación que
tengo, puesto que así la he sentido durante gran parte de mi vida, pero por
otro lado, tengo que reconocer que mi padre ha sido, toda su vida, una persona
de lo mas democrática. En realidad es una persona de gran autoridad, incluso en
el presente con sus ochenta y tres años y por esa gran autoridad, mas de una
vez ha infundido temor, es decir: muchísimo respeto, en realidad, de parte de
todos sus allegados y familiares.
En el bar estaba
viendo y sintiendo cuál había sido el factor determinante de la manera como
había moldeado mi temperamento sanguíneo con un carácter dócil al que yo creía más
de una vez pusilánime. No pude más que escucharlo hablar, muy atentamente por
cierto, quedándome por mi parte con un sabor amargo en mi garganta, dado que se
me había frustrado la idea que yo tenía, de que él era mi único aliado en la
referida pretensión de abandono del tratamiento. Sin embargo por otra parte,
veía la escena que estábamos viviendo en ese instante presente y me llenaba de
congoja y sentimiento positivo. Lo veía con sus muchas arrugas, con su cuerpo
flaquito, con sus pasos lentos, con su sobretodo negro y su traje oscuro,
mostrando que es un hombre de otra época y que siente frío, mucho frío, en
lugar del calor que sentía yo en ese mismo momento. Percibía su cansancio,
aunque al mismo tiempo lo veía como el hombre fuerte que siempre ha sido y por
instantes me sentí como un niño frente a él, que venía con su padre al médico
para ayudarlo a éste a contener su natural rebeldía.
Y creo que así
ocurrió. Cuando el médico me hizo entrar a su consultorio, no entré pateando
sillas, ni gritando como tal vez se le había ocurrido a mi acompañante
terapéutica podría haber hecho, dado que había hablado con ella a la mañana y
le había dicho que debía expresarme con mi natural agresividad. Me senté
tranquilo como siempre lo he hecho, y el médico me preguntó cómo estaba.
Le dije: enojado,
muy enojado Y luego le pude expresar todo lo que quería de manera bien
civilizada. Le dije que tenía mi propio trabajo independiente y que ya no
necesitaba mi rehabilitación psico social y laboral en Casa Club. Le dije que
hasta había puesto en tela de juicio el largo tratamiento que se me lleva
adelante desde hace 11 años. Le expresé todo lo que quería, y el médico me
escucho atentamente e intercambiaba opiniones y comentarios sin contradecirme.
Yo notaba que no me veía sacado de mi realidad como me ha ocurrido en otras
oportunidades y eso me hacía sentir muy bien. Le dije que si era desorganizado
y expansivo, quería aceptarme así con mis formas de ser y listo. Que ya no
pretendía cambiar esas viejas y enraizadas formas dentro de mí. Que no estaba
dispuesto a que el equipo terapéutico me las continuara señalando como si se
tratara de algo malo en mí. El médico dijo: eso está muy bien. Que se acepte
mas como usted es. Pero el tratamiento que le ofrecemos es este y si usted
considera que nuestra relación ya ha llegado a su fin y no quiere seguir el
tratamiento que le proponemos, pues puede dejarlo y buscarse otra terapia
diferente, pero eso si. Si se va, ya no puede volver porque por una cuestión
ética yo no atiendo mas a los que se van.
Yo estaba
escuchando la posibilidad que me daba el psiquiatra de ser libre y en mi mente
solo había confusión. Mis sentimientos estaban de lo más encontrados, sentía alegría
y tristeza al mismo tiempo, alegría porque me habían comprendido, tristeza
porque me imaginaba el hecho de dejarlo todo ahí nomás y el dolor que la sola
idea me producía me hacía sentir esa tristeza. Tristeza por la soledad, creo
yo.
No tome ninguna
decisión en ese momento puesto que nadie me puso el cuchillo en la panza para
que así lo hiciera. Me preguntó si podía ir a verlo a los dos días y le dije
que si. Que por mi lado lo iba a seguir meditando.
Salí del médico
y no me sentía de lo más alegre como me he sentido muchísimas veces. Sentía
algo extraño. Sentía un poco de frustración, sentía tranquilidad por haber
podido expresarme temperamentalmente señalando todo lo que quería, pero sentía
también una sensación de predestinación que resultaba ser de lo mas
angustiante, dado que toda la vida he creído en que somos artífices de nuestro
propio destino. Todo esto sentía en un mismo momento, por eso digo que en realidad
sentía "confusión", mucha confusión.
Los días que
siguieron volví a Casa Club, y fui recibido muy bien. Todos estaban contentos
con mi regreso y me sentí muy querido. Además, siendo esto lo principal, supe
lo que ya había escrito en mi entrada anterior: Todos nos amamos, y también amo
a Casa Club. El problema fue que durante un mes "no estuve
disponible", solo lo estuve para estar de retiro espiritual con La
Madre.
Y así
continuaron los días venideros... Me empecé a dar cuenta que estaba otra vez disponible
para el tratamiento integral. Empecé a reírme otra vez con mis amigos de Casa
Club, empecé a conversar de nuevo con el equipo terapéutico, sin tapujos, ni
prejuicios. Y de repente, charlando con uno de estos psicólogos, éste me dijo
dos cosas que me parecieron de lo más interesantes:
-Estaba
tratando de repetir mi historia de abandono y retirada. Historia que ya había
realizado hacia el año 2001, cuando dejé mi trabajo en tribunales y mi renuncia
se convirtió en jubilación, cuando se fue mi ex mujer, cuando dejé la casa en
la que vivía para regresar transitoriamente a la casa de mis viejos y luego a
la nueva casa que habitaríamos con Ely. Ya había dejado a viejos amigos que en
ese entonces me hacían más mal que bien. Ya me había desapegado de todos y de
todo hacia el mencionado año, por lo que sostuvo el psicólogo, no debía hacer
ahora lo mismo, dado que desde entonces, venia construyendo una nueva vida con
muchísimo esfuerzo.
-Lo otro
que me dijo el psicólogo me llamó poderosamente la atención: ¿Qué pasaría
Leandro si a vos se te respetara esa necesidad que tenes de hacerte dos retiros
espirituales al año, para el otoño y la primavera?
Yo empecé a
balbucear, nunca me imaginé que me hicieran esta pregunta. No hablaba muy
coherentemente dada mi sorpresa, pero solo pude decirle que si yo "dejaba
obrar a mi naturaleza", para mi seria todo mas fácil, porque a lo que
aspiraba y que también se lo había dicho al psiquiatra era que Casa Club dejara
de ser para mi, como un centro de rehabilitación, ni mucho menos como una casa.
Puesto que consideraba que ya tenía mi particular modo de trabajo y por otro
lado tenía también mi propio hogar. Yo pretendía que Casa Club fuera mas como
un "Club" que como una casa o centro de día.
El psicólogo
pareció entenderme muy bien, y me preguntó: ¿Qué te faltaría para que
Casa Club se convirtiera en un Club para vos?
Yo no supe bien
qué responderle. Solo le dije que necesitaba que el equipo terapéutico
"viera" que a mi modo, yo trabajaba de verdad y que mi natural
desorganización se "ordenaba espontáneamente" de manera sistemática
todos los años, dos o tres veces, después de superar mis vaivenes anímicos y
después de concluidos mis retiros.
No pudimos
continuar conversando, dado que llegó el almuerzo, quedando la charla pendiente.
Pero yo sentí que después de mi última reacción temperamental, sanguínea y
flemática, poniéndome en consonancia con mí ser, las cosas empezaban como a
querer cambiar en mí entorno.
El tema no está
ni remotamente resuelto, pero se ha abierto el juego, se ha abierto el diálogo,
y yo veo también que ha quedado abierta, una pequeña puertita para que yo pueda
salir de esta sensación de exigencia exterior que siento sobre mi, debido al
cumplimiento de un régimen de rehabilitación que para mi, que estoy retirado
desde hace 11 años, resulta ser demasiado estricto.
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