ENTRE AUTORÍAS Y COMPILACIONES

HACE AÑOS EMPEZAMOS A ESCRIBIR UN ESTILO PRINCIPALMENTE AUTOBIOGRÁFICO, EN PARTICULAR EN LOS OTROS BLOGS CUYOS LINKS ESTAN EN ESTA PÁGINA. CUANDO EMPEZAMOS A ESCRIBIR MENSAJES PARA LA ALDEA GLOBAL, DECIDIMOS INTERCALAR ENTRE LOS ESCRITOS DE NUESTRA AUTORÍA UNA SERIE DE COMPILACIONES Y TRANSCRIPCIONES DE TEMAS SACADOS DE OTRAS FUENTES DE INTERNET, EN PARTICULAR LA WIKIPEDIA.
LA FINALIDAD DE ESTAS TRANSCRIPCIONES, ES PARA EL AUTOR, IR IDENTIFICÁNDOSE CADA VEZ MAS CON DIFERENTES IDEOLOGÍAS QUE EXISTEN EN LA ACTUALIDAD Y EN BASE A LO QUE LE VA DICTANDO SU CORAZÓN, LO QUE NO DEJA DE SER UNA TAREA DE AUTOCONOCIMIENTO. POR OTRO LADO, PARA LOS LECTORES LES OFRECEMOS ESTAS COMPILACIONES DE IDEAS Y ESTUDIOS PARA COMPARTIRLAS CON USTEDES Y CON EL AFÁN DE PROMOVERLAS.
ESPERAMOS QUE SEAN DE SU AGRADO O POR LO MENOS MOTIVO PARA VUESTRA REFLEXIÓN.

miércoles, 11 de abril de 2012

CUANDO NUESTROS ÍDOLOS FORMAN NUESTRO EGO Y NOS CUESTA VOLVER A NUESTRO AUTÉNTICO YO


El otro día estaba pensando: ¿Por qué admiro tanto a los ascetas, si yo no tengo nada de asceta? Entonces terminé por asumir que el ascetismo ha sido un anhelo de mi ego, pero no de mi auténtico yo.
Me gusta comer, tengo varios kilos de más y cuanto mucho, puedo hacer dietas, como cualquier ser humano común y corriente, para cuando me veo muy gordo, en particular, después de las vacaciones, las fiestas y los fines de semana largo, en que nos reunimos a comer con amigos y familiares. Pero eso no quita que siempre me gustará el comer bien. Para el asceta en cambio, que guarda siempre un saludable ayuno, mis hábitos alimenticios serían siempre; “gula” ya que éste lucha contra el placer del estómago por considerar que lo llevan directo a experimentar otros placeres y pecados capitales como son: el espíritu de fornicación, la vanagloria y finalmente la soberbia.
También  me gusta fumar cigarrillos y para el asceta esto también sería parte de la gula, que es susceptible de llevar al vicioso a otros pecados capitales, tal cual lo expresé en esa transcripción de Casiano el Romano, titulada en el blog: “Los ocho vicios”, bien al comienzo del mismo. Yo debería dejar de fumar solo para cuidar mis coronarias y mis pulmones, pero no porque me lleve el cigarrillo a experimentar otros placeres carnales, reñidos con la moral y la religión.
Hace como dos meses empecé a disminuir la cantidad de cigarrillos que fumo y los voy bajando de a dos por mes solamente, para no provocar nada de ansiedad. Si llegara a fumar un atado de diez cigarrillos diarios, mi médico cardiólogo y mi psiquiatra me han dicho que se darían por muy satisfechos. ¿Qué necesidad habría entonces de irme al extremo del ascetismo?
Cuando era joven me gustaba el sexo hasta el extremo de la erotomanía, también me gustaba fumar marihuana y beber mucho alcohol, en particular bebidas blancas. Hoy en día nada de eso está en ya en mi persona. No bebo alcohol, sino excepcionalmente y de manera muy pero muy medida. Hace muchos años, casi ocho, deje de consumir la droga, y mi sexualidad se ha ido curando hasta convertirse en una sexualidad íntima de la pareja, exclusiva con mi mujer y cada día más saludable para el matrimonio. Por lo que me doy cuenta que no hay desbarajustes, ni pecado, ni vicios en estos aspectos de mi persona.
Y el último logro al que he llegado, consiste en haberle empezado a dar batalla al sedentarismo, lo cual lo comencé con la ayuda de mi A.T. comenzando a caminar todos los lunes y miércoles por alrededor de una hora a paso firme. Y así una cosa nos va llevando a la otra y ayer comencé solo por mi cuenta a practicar otra vez natación, que la había empezado en junio del año pasado con mucho ahínco pero que por prescripción médica debí suspenderla hasta ahora dado que me explicó el psiquiatra que cuando una persona esta eufórica y se halla practicando deporte, puede darse el caso que se ponga maníaco con el mismo.
 Entonces, la pregunta que me vengo haciendo desde que comencé a escribir esta entrada: ¿Me estaría llevando a la vanagloria esto de estar contando públicamente mis logros en lugar de practicar el silencio propio de todo asceta?
Y la respuesta necesaria que encuentro es: “NO”.
¿Por qué no? Pues porque lo que vengo tratando de transmitir a mis lectores en esta entrada y en muchas de las anteriores es que sin Dios no somos nada y que estas enfermedades como la mía se curan con Dios.
A Dios le he rogado muchas veces que me de la fortaleza suficiente para poner mi voluntad en acción y poder vencer lo que yo le llamaba mis tres últimos vicios: el tabaquismo, la gula y el sedentarismo.
Hoy me estoy dando cuenta, tal vez por primera vez, que los monjes místicos ascetas son correctamente llamados atletas del cuerpo y del espíritu. O también Santos campeones. Entonces quizás por primera vez, yo estoy aceptando que nunca seré como estos atletas y que deberé conformarme con tener una vida ordinaria, lo más saludable que la misma pueda llegar a ser, teniendo en cuenta mi gran disfunción volitiva.
Todo mi estudio sobre estos santos campeones, me sirvieron de inspiración y sirvieron también para nunca perder las esperanzas de alcanzar algún día rutinas saludables, es decir una vez que los buenos hábitos ya se hallan incorporados a la persona. Pero estas rutinas deberán ser las de un mero practicante de la moderación, en lugar de las de un experto en la templanza y la continencia.
Un ejemplo sobre este asunto vale más que mil palabras y explicaciones:
Supe contarles a finales del 2009, que habiendo sido un constante practicante del campamentismo durante toda mi vida, hacia mis treinta años fui abandonando esa saludable práctica por falta de compañeros/as para compartir las experiencias. Esto produjo que por más de siete años no fuera más de campamento, hasta que un curioso ímpetu me comenzó a sobrevenir, me compré nuevo equipo y me terminé yendo de campamento con mi perra labrador cerca de una semana, los dos solos.
La experiencia le gustó mucho a uno de mis amigos; Baltasar Ferrer, quien me pidió que la repitiéramos juntos. Y fue a partir de allí que conseguí otra vez un socio para el campamentismo.
Entre los dos, en medio de los típicos fogones que se hacen en esas convivencias, nos prometimos comenzar a practicar este modesto treiking y campamentismo, primero una vez al año y luego para cada estación. Hasta ahora venimos cumpliendo, con excepción de la época en que estuve en crisis en que mi médico no me permitió salir. Y para el fin de semana largo de este fin de mes nos toca el campamento de otoño.
Difícilmente vuelva por mi parte a subir a las cimas más altas de las Sierras Grandes, como lo hacía de joven cuando tenía un cuerpo atlético, difícilmente transitemos otra vez por el camino Inca o subamos hasta el pie del cerro Fitz Roy, como lo hice a mis 20 años, pero de seguro nos seguiremos entrenando así modestamente, como para caminar unos cuantos kilómetros hasta llegar a nuestros campamentos, y como para incrementar en dificultades hasta llegar a acampar en invierno en las sierras grandes, si Dios quiere, con nieve y hielo, todo esto cuando por otro lado hayamos ido adquiriendo el equipo necesario como para no congelarnos.
Lo importante de este modesto treiking y campamentismo es sentir que todavía lo sigo practicando y que tal vez lo siga practicando hasta mi vejez, de manera cada vez más modesta, lo que me da siempre una sensación de vitalidad y jovialidad. Seguir siendo el atleta que alguna vez fui ya no me interesa.  
Me doy cuenta por fin que estas ideas ascetas me surgieron cuando conocí a mi difunto instructor de yoga que lo practicaba al extremo, siendo un total naturista, célibe y continente. Lo admiré tanto a este Oscar Renta que lo idealicé y fue allí que se me formó mi ego, dejándome de reconocer mi verdadero yo. 

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