AMBIENTES SUBLIMES

¿Ustedes saben? Me encantan las artes visuales. Durante toda mi infancia viví en una casa que estaba repleta de cuadros de mi abuelo pintor. Por aquellas épocas mi casa no me gustaba mucho porque prefería las casas de mis amigos que tenían muy pocos cuadros y varios muebles modernos. La mía me parecía un museo porque estaba llena de antigüedades y estos cuadros con marcos de principios del siglo XX. Sin embargo cuando maduré comencé a valorar el estilo de esta casa de mis padres, tanto en el aspecto que parecía una galería de arte, como en cuanto parecía esa casa de antigüedades finas.  Lo importante que desde muy chico me comenzaron a entrar las cosas por los ojos, o más precisamente la estética me comenzó a entrar por la visual. Cuando tuve algunos años empezó a gustarme cada vez mas la fotografía, y creo que mi estilo durante los viajes de los 90, fue tratar de captar “lo típico” de mis personajes y modelos. Me gustó siempre la fotografía social, no así los paisajes naturales, ni tampoco los urbanos. Estos comenzaron a interesarme después, cuando me casé con Ely y empezamos juntos a descubrir otras cosas como nuestra tradición hispana. Antes, me gustaba solo lo latinoamericano y lo aborigen como es tan habitual en la juventud con tendencias de izquierda. Siempre fui paradójico, así que por un lado me ha gustado siempre lo clásico, y por otro lado el modernismo en todas sus expresiones artísticas. Fue así como poco a poco fui valorando el expresionismo y otras corrientes artísticas de las que desconozco su nombre por falta de cultura, pero que me gustan y las se reconocer por sus formas.  La cuestión es que soy muy visual: Una mujer me entra por los ojos, aunque sea por los ojos del alma, cuando tiene esa belleza interior que he aprendido a descubrir y valorar con los años, desde que no solo veo con mis ojos, sino que además percibo con mis sentimientos, con esa mirada muchísimo mas profunda que la de la vista común y corriente. En este sentido, hoy en día muchísimas imágenes de lo más cotidianas me parecen cargadas de sentido, casi trascendentes, y me llenan por completo. ¡La hermosura de las pequeñas cosas! De vez en cuando estas imágenes suelen ser además de visuales, sonoras, cuando las acompaña una música de fondo que le da marco y más sentido todavía. Así es la imagen que estoy percibiendo esta noche en casa con los siguientes elementos: Mi netbook, puesta sobre la mesa de madera rústica de la cocina, alumbrado con luz de vela en medio de una noche cerrada y muy ventosa, que da una sensación de intranquilidad y al mismo tiempo de misterio y sorpresa, el teclado alumbrado con una lamparita de lets flexible para notebooks. También aromatiza la imagen nocturna el sahumerio de no se qué sabor, pues es de una partida surtida, pero que resulta muy pero muy rico, y en especial en esta noche sublime. Los cigarrillos negros Particulares, con el encendedor Zippo que me regaló mi prima Paula, esa criolla – afrasesada, re fashion que me lo regaló para mis 40. El amargo de siempre con su mate de vidrio transparente y ese termo de acero inoxidable que me regaló mi hermano fraterno Dante como agradecimiento por los trámites que le realicé para que comenzara a percibir una pensión. Un pequeño bloc de notas nor pack y la lapicera parker. Todos objetos de buena calidad y al mismo tiempo sencillos, todos conformando ese “bodegón nocturno” estratégicamente acompañados con una música de fondo (Canticos Gregorianos) que es la que lo hace transportar a uno a un monasterio de fantasía. Un monasterio posmoderno, tal vez construido en roca pero chato, lineal  y con ventanas pequeñas como es la arquitectura contemporánea, con una capilla despojada y minimalista donde los monjes que podrían ser los benedictinos, no andan como en antaño con sus hábitos, sino que están de civil, vestidos al igual que nosotros, de jeens, camisa, chomba o remera… Y entonces me imagino un “ambiente” místico otra vez, la celda de un monasterio moderno, y me imagino realizando lo que ha mandado este Papa Benedicto XVI; valernos de las Tic’s y de los nuevos medios de comunicación para la evangelización y la difusión de la enseñanza Católica. Entonces me pregunto: ¿Cuál podría ser la enseñanza Cristiana de esta experiencia mística que estoy teniendo en este momento? Y simplemente me contesto: Estar en presencia de Dios, es decir sentirlo presente junto a mi en este momento de total paz interior y tranquilidad, a pesar del viento. La noche es un momento especial para estar en su compañía. Y con Él vamos estableciendo un diálogo muy pero muy profundo e íntimo que nos llena de goce y alegría.  Es un diálogo por el cual nos vamos dando cuenta qué es lo que nos gusta, cuáles son nuestros aspectos vocacionales, cuál pareciera ser el sentido de nuestra vida, cuál sería la Misión que Él nos ha encomendado para cumplir durante nuestro tránsito por este mundo.  Parte de esa Misión en mi caso, es esto de ser un esteta, de rendirle culto a la belleza, la belleza exterior (linda y fea) y la belleza interior, casi podría decir buena y mala, o más bien esencialmente contradictoria o más precisamente paradójica. Parte de mi misión es esto de poner en letras mis sensaciones y describir mis visiones. Parte de mi estética es describir lo que percibo, lo que siento y lo que pienso sobre lo que es bello para mi, con la esperanza de que sea bello a los demás y puedan ustedes ir descubriendo sus propios parámetros de belleza, como esto de crearse y recrearse diversos ambientes para sus diferentes rituales como este de orar, meditar y escribir, o también de trabajar en paz.