El viejo sufrió un A.C.V. Fue el 4 de abril. Estuvo en
terapia intensiva, después lo pasaron a una habitación común del Sanatorio y
finalmente fue a su casa con una internación domiciliaria.
Él y mamá estaban acostumbrados desde hacía años a vivir
solos en su departamento del Bolivar y de repente se vieron inmersos en esa internación, con enfermeras las 24 hs y
dos fisioterapeutas que se turnaban uno por la mañana y otro por la tarde.
La casa paso a estar habitada por los técnicos y
profesionales, y también por nosotros sus hijos que nos empezamos a turnar
primero de a dos y después de a uno, para acompañarlos o para reemplazar a las
enfermeras cuando estas salían de franco.
Estamos a 22 de julio, han pasado algo más de tres meses y
ellos han puesto tanta voluntad que papá ya está caminando por sus propios
medios, sin haber perdido nunca la lucidez. Su casa ha pasado a ser un
desfiladero de gente, sus hijos, nietos, familiares y amigos los vamos a visitar
muy a menudo. En esa casa donde por muchos años reinó el silencio y la
tranquilidad, de repente se ha convertido en una especie de club social.
Allí festejamos el cumpleaños de la mamá, el día del padre,
allí vivimos el mundial. Pero también estuvimos de a pares acompañándolos sábados
y domingos. Allí hemos hecho tertulias de hermanos hasta altas horas de la
noche, poniéndonos al día con asuntos familiares y personales. De esa crisis
familiar y de ese departamento, surgió la necesidad de reunirnos en asambleas de
hijos cada vez más frecuentes, para resolver entre los cinco; asuntos del
personal, cuestiones económicas, temas de medicina, rehabilitación y seguridad
social, también la ortopedia, los problemas del consorcio y como si fuera poco;
cortes de luz y de gas, dado que las instalaciones del edificio están más
viejas que los viejos que allí habitan y dicen que cuando se vienen los males,
se vienen todos juntos, pues así ha sido en el Bolívar, hasta un hurto hormiga
de parte de la mejor de las enfermeras que tuvimos, debimos afrontar. El
descubrimiento lo hizo mamá y Juan Arturo, el hijo mayor, debió despedirla con
la consecuente transición crítica hacia el nuevo plantel.
Crítica porque como lo he dicho esta enfermera, lamentablemente
deshonesta con lo ajeno, tenía por otra parte gran calidez humana con el viejo
y mucha idoneidad técnica en su tarea, pero habiéndosele perdido la confianza,
debió prevalecer necesariamente el drama, por encima de la empatía que todos le
teníamos. Y fue crítica también la transición porque debimos empezar a
entrevistar a nuevas enfermeras y pasaron varios días hasta que pudimos
contratar a las nuevas. Pasaron varios días, hubieron idas y venidas y papá de
a ratos se descontrolaba, muy probablemente por la pena de haberla perdido, muy
probablemente porque las nuevas no lo comprendían del todo en un comienzo y esto le
pesaba.
Pero todo lo fuimos sobrellevando y entre todos. La crisis
de salud de papá se extendió a lo familiar y a lo económico. Sin embargo se fue
internalizando hasta que empezó a pasar y pudimos continuar haciendo nuestras
vidas, más o menos en forma normal. A éstas le sumamos más atención a los
viejos, pero sin dejar de hacer nada de lo que hacíamos. Y a ellos se les
sumaron más ocupaciones, pero poco a poco empezaron a recuperar su serenidad.
A todo le íbamos haciendo frente como un verdadero frente
afectivo y solidario.
También se resolvieron cuestiones jurídicas y
administrativas; los viejos firmaron poderes y empezaron a delegar funciones administrativas,
que hasta el momento del accidente habían mantenido orgullosamente como uno de
sus baluartes de autonomía y vigencia en la tercera edad.
Pero como les digo, todo ha ido pasando y este fin de semana
pasado el papá salió con Juan Arturo y su nuera Alicia ya en dos oportunidades,
una a un bar y otra a la casa del hijo a almorzar. En ambas oportunidades salió
sin silla de ruedas, sin andador, sin siquiera bastón. Salir de la casa fue de
lo más significativo y simbólico.
¡Mucha voluntad le han puesto los viejos! Y también mucha
voluntad le hemos puesto nosotros sus hijos y le seguiremos poniendo, pero algo
extraño ha ocurrido y nos ocurre siempre ante situaciones de crisis familiares:
¡La cosa nos ha unido muchísimo a todos y nos hemos demostrado que somos un muy
buen equipo!
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