IDAS Y VENIDAS

Les voy a contar algunos dilemas de la supervivencia diaria a los que me veo sometido:

Me levanto a la madrugada y por este solo hecho me pongo contento, pues me gusta aprovechar bien el día. Entonces salgo al patiecito de mi casa y lo veo con todas las plantas de lo más verdes por el riego y por las últimas lluvias, muy colorido, con colores vivos y lleno de flores. El espíritu se me desborda y pienso en todo lo bueno que me viene ocurriendo con mi vida  desde hace un largo tiempo, llego a pensar incluso: ¡Nunca me había imaginado una vida tan excelente, por allá a mis 20 años! Llena de sueños realizados, e increíbles sorpresas que me ha regalado Dios, día tras día.

Pasan las horas y a la tardecita veo un despelote en la casa, los gatos insurrectos apenas uno se descuida se suben a la mesa a ver si uno ha dejado algún resto de comida para robarse. Les quiero dar una buena paliza y los atorrantes se me escapan entre las manos como burlándose.

Salgo al mismo patiecito y veo que de las macetas se ha desbordado la tierra al regarlas y ha quedado todo el suelo sucio, veo las pocas flores que han crecido esta primavera y pienso: ¿Por qué por lo general me gustan los colores monocromáticos? Por qué me gustan esos parques y jardines solo con diversas tonalidades de verde y unas poquitas flores. ¿Por qué no me gustan esos jardines llenos de vivos colores y muchísimas flores por doquier? Y una cosa me va llevando a la otra: Respiro el aire de la tarde y lo noto denso, casi contaminado y llego a percibir incluso un color del día más opaco y no tan brillante como el de la mañana; fresco y nítido, con carácter de recién nacido. Y sigo yendo más y más allá y pienso: este jardín está viejo, casi como me siento, de vez en cuando, al mirar para atrás y ver todo el tiempo que he perdido, sin lograr muchísimas de las cosas que me había propuesto a mis 20 años. Me llego a sentir yo también viejo, gruñón, cascarrabias y desalentado.

Ya no me queda otra que ir de la cama al living.

Pero por fin pasa el atardecer, ese extraño momento del día donde me siento morir día tras día en la primavera.

Sobreviene la noche y de lo primero que me doy cuenta es que el aire se ha como renovado con el fresco de la nochecita, ya no parece tan denso, ni tan contaminado. Una brisa fresca lo ha alivianado y entra hasta mis pulmones. Es como si me renovara casi por completo…

Veo otra vez el patiecito y lo percibo oscuro, misterioso, encantador… Miro hacia el cielo y si llego a ver la luna, algo dentro de mí, comienza a zapatear de alegría. Sobreviene otra vez la consciencia y desaparece por completo el estado de ensoñación pesadillezco.

En esos momentos me gusta apagar todas las luces de la casa, o directamente no prenderlas. Solo suelo utilizar alguna vela y cuando me voy poniendo a full, también enciendo un sahumerio y la música sutil para el alma. Algo de Ambient, Étnica o New Age. Enciendo la netbook y le enchufo en su puerto usb una lamparita que me ilumina el teclado. Guauuuuu me digo a mi mismo: ¡Mirá toda esta tecnología de punta en medio de esta casa toda rústica llena de madera y paredes pintadas de varios colores! Maiz, verde zafari, durazno, marrón tenue, blanco, e incluso azul intenso, me doy cuenta que esta pintada bien variadita y por eso la llamamos con Ely a este “hogar” Colorín Colorado.

Me doy cuenta que me gustan lo colores cálidos pero no soy momocromático y todo ello sin haber mencionado el negro de la noche que lo pone de marco la hora del día.

Parece que esta noche me dedicaré a ensoñar, pero ya no pesadillas, sino mas bien alegrías, hazañas y proyectos. Viajaré con mi mente y volaré hasta las montañas y las noches de fogones en mis campamentos. Escucharé los ríos del campo y los cantos de las ranas después de la cena alumbrados con el sol de noche. La música de sonidos de la naturaleza aquí en mi casa toda rútica, con sus caídas de agua me transporta a aquellas épocas de los 20 años en que acampaba casi todos los fines de semana largos.

Entonces me digo a mi mismo: Este año después de 7 de parado, volví a mis campamentos. Se va aproximando la fecha del próximo, para los últimos días de octubre o primeros de noviembre. Y esta vuelta iré con amigos nuevos, los introduciré en aquel deporte que tanto me atrapó por años, me toca ir casi como guía y me lo merezco porque ya con 40 años esto es lo que me toca en la vida, formar a los mas jóvenes, como si fuese un  Scouter.

Viajo con mi mente a ese futuro próximo y comienzo a escribir mi lista de los utensilios que debo reunir para la travesia: dos garrafitas en aerosol, camisas para el sol de noche, bolsa de dormir, carpa etc etc etc.

Entonces de repente un pensamiento cruza por mi mente: ¡Qué dicha la mía poder tener estos amigos jóvenes, hábidos de aventuras y que me siguen tanto, como para que gustosos organicemos entre todos ese outdoor que venimos experimentando tímidamente desde hace un año y que todo indica que va in crecendo.

Otro pensamiento cruza mi mente: ¡Qué suerte la mía! Estar haciendo todo lo que vengo haciendo y tener todos los amigos que tengo. ¡Qué suerte la mía tener el trabajo que tengo! Y descubrirle día tras día más y más aristas para seguir madurando, junto a varios clientes, socios y amigos.

Todo está bien con mi vida en realidad me llego a decir y cuando repaso lo que sentí a la tarde me digo de nuevo: ¡Qué se le va a hacer! Parece que al bipolar se le mueve el punto de encaje y percibe el esplendor de la madrugada, el cansancio del atardecer y el renacer de la noche serena. Pero lo que importa es desarrollar también la mirada global que no se queda ni en la euforia ni en la depresión sino que la abarca a ambas y hace día tras día una buena síntesis.