ENTRE AUTORÍAS Y COMPILACIONES

HACE AÑOS EMPEZAMOS A ESCRIBIR UN ESTILO PRINCIPALMENTE AUTOBIOGRÁFICO, EN PARTICULAR EN LOS OTROS BLOGS CUYOS LINKS ESTAN EN ESTA PÁGINA. CUANDO EMPEZAMOS A ESCRIBIR MENSAJES PARA LA ALDEA GLOBAL, DECIDIMOS INTERCALAR ENTRE LOS ESCRITOS DE NUESTRA AUTORÍA UNA SERIE DE COMPILACIONES Y TRANSCRIPCIONES DE TEMAS SACADOS DE OTRAS FUENTES DE INTERNET, EN PARTICULAR LA WIKIPEDIA.
LA FINALIDAD DE ESTAS TRANSCRIPCIONES, ES PARA EL AUTOR, IR IDENTIFICÁNDOSE CADA VEZ MAS CON DIFERENTES IDEOLOGÍAS QUE EXISTEN EN LA ACTUALIDAD Y EN BASE A LO QUE LE VA DICTANDO SU CORAZÓN, LO QUE NO DEJA DE SER UNA TAREA DE AUTOCONOCIMIENTO. POR OTRO LADO, PARA LOS LECTORES LES OFRECEMOS ESTAS COMPILACIONES DE IDEAS Y ESTUDIOS PARA COMPARTIRLAS CON USTEDES Y CON EL AFÁN DE PROMOVERLAS.
ESPERAMOS QUE SEAN DE SU AGRADO O POR LO MENOS MOTIVO PARA VUESTRA REFLEXIÓN.

martes, 31 de agosto de 2010

LOS TRES ASPECTOS DEL SER

Por Esteban Janiot 17 de julio 2010

Yo creo que el hombre esta insertado en la vida bajo tres aspectos.
Uno es el quehacer práctico. El volitivo el que hace a la producción y cambio de cosas y situaciones. Tiene que ver con la evolución social y los reacomodamientos históricos y políticos.
Es entonces, el hombre volitivo.

Otro es el investigador y explorador del continente y el contenido de las cosas y de los seres, de la vida. El porqué y el para qué de todo lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá. El que mide, pesa y comprueba los fenómenos de la existencia. El que trata de dar respuestas, pero siempre estará lleno de dudas y preguntas. Se inclina hacia la ciencia. Hacia lo racional.

Es el hombre lógico.

Hay un tercero que conduce a la expresión de todo lo que atañe a la vida. A la historia, a la lucha, a la angustia y a la alegría de vivir. A la dulzura del amor y la amargura de la muerte. El que le pone su canto y la música a la vida. El que la convierte en poesía, el que le da forma y color. El que contempla y expresa la vida a través de las aristas de sus sentimientos. El que le da el lenguaje del arte.

Es el hombre intuitivo.

Nosotros todos formamos parte de ese inmenso coro que forman los artistas de todo el mundo. Todos somos necesarios. Cada uno en la medida de sus posibilidades y su propuesta. Nuestra huella en el arte es una manera de trascender, de superar el límite de la propia existencia. De satisfacer aquello que Miguel de Unamuno llamaba “El hambre de inmortalidad”.
Por supuesto que la vida se encarga de hacer que todo hombre reúna en si mismo los tres aspectos, el volitivo, el lógico y el intuitivo, pero a través de sus vivencias va privilegiando uno de ellos. Y si no puede, porque circunstancias involuntarias no le permiten, lo enmascara y lo tiene en un rincón del alma, adormecida, pero latente, siempre.
Aun con la modestia propia del que no puede todavía darse a conocer, ignorándolo muchos, estamos aquí, señalando nuestra huella en el tiempo. Grande o pequeña, clara u oscura, liviana o profunda. Pero para que quede.
En esta cálida colmena de artistas que es Estímulo de Bellas Artes aquí estamos para celebrar nuestra vocación como una religión de vida. Somos militantes del arte y este salón es la expresión de nuestra batalla por lo conmovedor de la vida.

lunes, 30 de agosto de 2010

CONTEMPLACIÓN EN EL MUNDO

La contemplación, ese trato con Dios que enamora y sacia, no requiere largos razonamientos, ni grandes esfuerzos de la imaginación ni de las demás potencias, porque es Dios quien la concede: les darás a beber el torrente de tu gozo 16.. Y esa acogida en el alma no impide el trabajo. Al contrario: te dejarás absorber por la actividad sólo para divinizarla, porque con nuestro espíritu lo terreno se hace divino, lo temporal se hace eterno. Nosotros miramos al Cielo, aunque la tierra, salida de las manos de Dios, es bonita y la amamos. No somos mundanos pero hemos de amar el mundo, queremos estar en él. Ni separamos tampoco la contemplación de la acción: contemplo, porque trabajo; y trabajo, porque contemplo. Nuestra vida interior infunde así en nuestra tarea fuerzas nuevas: la hace más perfecta, más noble, más digna, más amable. No nos aleja de nuestras ocupaciones temporales, sino que nos lleva a vivirlas mejor 17.

Pero, al mismo tiempo que pasiva, porque es un don de Dios, la contemplación supone una tensión, un esfuerzo, como lo supone, en el plano natural, cualquier actividad del espíritu: una ocupación intelectual, la tensión de una espera. Además exige de nuestra parte una tarea incansable de purificación de los sentidos y de las potencias, para apartar de nosotros todo lo que no es de Dios. Hace falta que nos convirtamos continuamente a Dios, que demos muerte al hombre viejo, para poder recibir la luz y el amor del Señor. Es una tarea que dura toda la vida, que deberá progresar indefinidamente, porque las virtudes teologales, que nos unen a Dios, pueden crecer siempre más y más 18. Hace falta tiempo y lucha; y el Señor va llevando al alma por caminos de luz y de amor.

Empezamos con oraciones vocales, que muchos hemos repetido de niños: son frases ardientes y sencillas, enderezadas a Dios y a su Madre, que es Madre nuestra (...). ¿No es esto -de alguna manera- un principio de contemplación, demostración evidente de confiado abandono? (...).

Primero una jaculatoria, y luego otra, y otra... hasta que parece insuficiente ese fervor, porque las palabras resultan pobres...: y se deja paso a la intimidad divina, en un mirar a Dios sin descanso y sin cansancio. Vivimos entonces como cautivos, corno prisioneros. Mientras realizamos con la mayor perfección posible, dentro de nuestras equivocaciones y limitaciones, las tareas propias de nuestra condición y de nuestro oficio, el alma ansía escaparse. Se va hacia Dios, como el hierro atraído por la fuerza del imán. Se comienza a amar a Jesús, de forma más eficaz, con un dulce sobresalto 19.

(16) Ps. XXXV, 9.
(17) De nuestro Padre, Tertulia, 2-XI-1964.
(18) Cfr. Santo Tomás, S. Th. II-II, q. 24, a. 7 c.
(19) Amigos de Dios, n. 296.

http://www.opuslibros.org/libros/Cuadernos_8/CONTEMPLATIVOS.htm

domingo, 29 de agosto de 2010

LOS ÚLTIMOS LUGARES

Es curioso cuánto nos dice Nuestro Señor a diario.
Ayer escribía: gran parte de este cansancio es por mi sensación de frustración como escritor, como comunicador social y hasta como blogger.
Hoy voy a misa y en el periódico litúrgico: "El Domingo", se dice lo siguiente: "...A ellos Jesús dirige una enseñanza (a los que buscan los primeros puestos): Cuando uno busca el último lugar se evita problemas, temores, competencias y humillaciones. En cambio el que busca el primer lugar se expone a fracasos dolorosos, situaciones humillantes, desengaños. Por eso decía Carlos de Foucauld: "Señor te pido que me des el último lugar, ese lugar que nadie querrá quitarme..."
Todo esto que le baticina Jesús a quienes están detrás de los primeros puestos, es lo que me ha ocurrido a mi con respecto a estos blogs (fracasos dolorosos, competencias, temores y problemas).-
Entonces lo que me pregunto es lo siguiente:
¿Es realmente fundada mi pretención de cerrar los blogs al público, porque me da vergüenza que en ellos haya revelado mi intimidad mas intima?
Creo que en realidad no pasa por aquí la cosa.
Como lo he escrito ya por ahí. Antes era nudista del cuerpo, después comencé a ser nudista del alma. Eso ya es parte de mi naturelaza, o mas bien de este "naturismo del espíritu".
Lo que pretendo con mis confesiones es demostrar que soy de lo mas imperfecto, no para sentirme algo así como víctima, sino para hacer ver que estoy lleno de contradicciones y que de ninguna de ellas puedo salir adelante, sin la salvación que me da a diario este Médico de las almas del que vengo hablando en mis últimos escritos. Estos testimonios me interesan que se los lleven los lectores para sí mismos y apliquen a la resolución de sus vidas, la misma técnica, esto es: Estar en permanente diálogo con uno mismo, con la conciencia mas profunda y con Dios.
Quisiera saber de que se trata entonces el libro, las confesiones de San Agustín, en el afán de ver un libro que exprese mi misma modalidad, es decir una personalidad que tiene la necesidad de revelarse tanto en sus humillaciones, como en sus autovaloraciones y por momento hasta en su vanagloria.
Se que no voy a leer el libro. Pues hace muchos años estoy verdaderamente como incapacitado para leer libros de pie a cabeza, solo los ojeo. No se por qué me pasa esto, tal vez por alguna disfunción cognitiva, pero es así y lo único que leo son artículos de internet. Hasta los artículos del diario no puedo leerlos por completo. No se que me pasa y no se a qué se debe.
Pero me puedo dar una buena idea de lo que tratan las confesiones de San Agustín yendo a Internet a buscar los comentarios..
Veremos entonces:
Se dice en la wikipedia: que las confesiones de San Agustin son la primera obra autobiográfica, que fue escrita hacia sus cuarenta años y que revelela la evolución de su mundo interior.
Creo que en todo ésto mis escritos se parecen, por mas que el Santo de seguro haya escrito con un estilo muchísimo mas perfecto y academico, por su gran formación y que lo llevó a ser nada mas y nada menos que Doctor de la Iglesia.
Voy a guardar este borrador para ir a leer lo que se dice en la otra entrada que tengo escrita sobre los ochos vicios, quiero analizar en particular, el vicio de la vanagloria, porque creo que este es el que me está atacando por estos días.
Habiendo ido a estudiar otra vez los ocho vicios, vuelvo a transcribir este párrafo sobre la vanagloria:
"He recordado este hecho para demostrar a qué grado de insensatez este demonio conduce al hombre. El que quiera combatirlo con perfección, y llevar firmemente la corona de la justicia, usará de todo su celo para vencer a este demonio polimorfo. Y que tenga siempre bien presente lo dicho por David: El Señor ha dispersado los huesos de aquellos que gustan a los hombres (Sal 52:5). Y que no haga nada mirando a su alrededor, con el fin de obtener las alabanzas de los hombres. Que busque solamente la merced que viene de Dios; que siempre rechace aquellos pensamientos de autoelogio que provienen de su corazón, que se anule frente a Dios, y podrá así, con su ayuda, liberarse del espíritu de la vanagloria.
Es evidente entonces que de mi corazón surgen permanentemente pensamientos de autoelogio y es evidente que la vanagloria es mi pecado del momento, luego de que me confesara sacramentalmente el otro día y que el sacerdote me absolviera de todos mis pecados.
No conocía este demonio polimorfo. No sabía que se escondpia detrás de cualquier cosa que hagamos, incluso la hesichia, para terminar tentándonos de ocupar los primeros puestos, todos ellos cercanos al poder y con él de la soberbia, el último y el mas grave de todos los pecados.
En este mismo momento estoy siendo tentado por este demonio. Me quiere hacer ver que estoy en la
hesichia, cuando por otro lado no he superado siquiera mi tránsito místico, desde el primero de los vicios, esto es la gula o los excesos del estómago.
Y yo siento incluso que dentro de de la gula también está esta necesidad voraz de comer cosas que alimentan al alma. Hambre de mística, cuando ayer había dicho que a través de un hermano, Dios me había requerido que renunciara a la misma mística, o mas bien que la suspendiera durante esta primavera.
Lo único que puedo hacer ahora para no continuar pecando es seguir meditando, si voy a publicar, o no, este blog otra vez. Pues ya no se si es Dios el que me lo sugirió o fue mi propia mente.
Creo que que en realidad estoy comenzando a ingresar a la "tiniebla divina", aquella en donde uno queda encandilado por la luz divina y por otra parte, insisto; aún no he atravesado, siquiera, el excéso del estómago es decir el primero y mas básico de los ocho vicios.
Mientras el espíritu se acerca mas a la contemplación, mas ve que la naturaleza divina es invisible. La tiniebla divina es la luz inaccesible, donde Dios habita, enseña Dionisio Areopagita.
También siento que me está ocurriendo lo siguiente:
El "icono", poderosa cultura del espíritu, imagen conductora, se emparenta con la experiencia de los grandes espirituales, “teodidactas”, “enseñados por Dios” en su cumbre, esta experiencia trasciende hacia lo indescriptible y lo indecible y postula una radical metamorfosis del ser humano, su deificación. (De donde yo reemplazaría esta denominación deidificación por la expresión "unión con Cristo", que sería mas acertada para la Iglesia Romana y para no dar lugar a dudas de que la Mística Cristina, nada tiene que ver con el sentimiento de las religiones politeístas, que consideran que todos los seres humanos somo dioses).-
De donde debemos aclarar que la palabra icono es definitida por la enciclopedia catolica romana como:
El icono — no es simplemente una obra de arte. Él es la expresión representativa del dogma de la Iglesia. Suele suceder, que una imagen expresa mejor y mas rápidamente la esencia de alguna idea. Así es con las imágenes santas. Ellas presentan en una forma más accesible la esencia de los dogmas cristianos.

http://www.orthodoxworld.ru/es/icona/book/15/index.htm
http://es.catholic.net/turismoreligioso/702/2498/articulo.php?id=17101

Por último debemos ver si este San Dionisio Areopagita es santo de la Iglesia Romana también.
Efectivamente lo es, tal cual lo sostiene la presentación de este santo hecha por el Papa Benedicto XVI:
http://www.zenit.org/article-27292?l=spanis

Beato, hermanito Carlos de Foucauld

 

MENSAJES SOBRE TRABAJOS Y BUENAS PASIONES

Quisiera ponerme a estudiar, a escribir y a "sublimar" mi líbido. Pero siento mi cabeza muy, pero muy cansada. No puedo casi concentrarme. No puedo alcanzar de manera suficiente la fuente de la creatividad espiritual y aún cuando he dormido lo suficiente, tanto por la noche, como a la siesta.
Gran parte de este cansancio creo que se debe a mi sensación de frustración como escritor, como comunicador social y hasta como blogger.
Hoy me he dado cuenta que mis mensajes no han llegado a ninguna parte.
¿Pero, me he dado cuenta yo mismmo, cuáles son mis mensajes y cuáles son los mensajes de mi esposa?
Creo que de a poco me esta volviendo a inspirar la creatividad....
Muchos de los mensajes los expresamos con Ely en la cena a la que nos invitó el viernes por la noche, mi hermana María Lucía Alippi y que compartimos con toda su familia.
Intentaré dar un testimonio de estos:
1) Hace muchos años consideramos con mi esposa que el médico de las almas (Dios) nos estaba mostrando un camino especial para nosotros sus dos hijos de estas latitudes: La medicina alopática como remedio a nuestros males y por la tradición familiar de ambos, o precisamente nuestro patrimonio cultural ancestral. Así también, la ciencia médica y luego la juridica, para sostenernos. Independientemente que la ciencia solo nos prometía la recuperación que en el caso de la bipolaridad no sea igual a la cura.
2) La cura definitiva a esta enfermedad, como así también a ciertas aflixiones de mi esposa nos la procurará básicamente ese médico de almas a través de nuestro camino místico y a medida que vayamos adelantando en el camino de nuestra espiritualidad Católica. Es decir en resumidas cuentas:
La recuperación mental la procura la ciencia médica (psiquiatría cognitiva conductual) y la cura definitiva de nuestras almas las provee Dios. 
3) El ingreso por mi parte a una ONG, para comenzar a practicar un voluntariado social, de donde nos beneficiamos con Ely, de manera particular, y a partir de donde comenzamos a ofrecer algunos de nuestros servicios profesionales para las familias vulnerables en forma gratuita.
4) Membresía en la ONG Acapef, pasando a ser socio de la misma. Organización social de la comunidad (OSC) que brinda el servicio gratuito a la Sociedad de Psico-Educación. Nuestro mayor beneficio e indirectamente es justamente el recibir esta Psico-Educación, entendida ésta como la enseñanza por parte de profesionales de la salud mental y el testimonio de las familias mas experimentadas, de diversas técnicas específicas para que aprendan estos familiares y amigos de los pacientes con Esquizofrenia y Trastorno Bipolar, a ir acompañando a sus parientes enfermos, hacia la progresiva toma de conciencia de su enfermedad y del dominio de sus síntomas y la realización de un tratamiento integral y multidisciplinario eficáz, a los fines de la mencionada recuperación y por consiguiente su inclusión social.
4) Como voluntario de Acapef, siendo Abogado Retirado, comencé bajo la Orientación de mi Mentor; el Sr. Patrico del Corazón de Jesús Ortiz, a desempeñarme como Asesor Jurídico Voluntario, y brindando aquel servicio de consultas gratuitas respecto del universo jurídico que rodea a las personas con enfermedades mentales graves y sus familias, siendo estas, verdaderas personas con discapacidad mental y por lo tanto, con todos los derechos propios de las personas con discapacidad en general.
5) Fui logrando el posicionamiento, con el paso del tiempo, de mi función como Asesor Jurídico y especialista práctico en Derechos Sociales de las personas con discapacidad y sus familias, como así también de las Organizaciones no gubernamentales en general. Llegando a hacer ciencia práctica no solo a través de un particular estudio de campo en mi trato diario y permanente con estos grupos vulnerables, sino además a través de conferencias sobre la temática dadas dentro del equipo de profesionales que trabajamos para Acapef y la otra OSC hermana: Fundación Recuperar, dedicada esta ya propiamente a la investigación y el estudio científico de las esquizofrenias y los trastornos bipolares. (http://www.fundacionrecuperar.org/ )
6) Con dicho posicionamiento pude luego, comenzar a ejercer últimamente una orientación profesional dirigida hacia los mas jóvenes, por un lado mis congéneres, que van comenzando a aspirar a alcanzar, de a poco; una mejor calidad de vida y el acceso progresivo al mundo laboral, valiéndonos todos nosotros del voluntariado social como mecanismo para adquirir páctica y relaciones públicas.
Por otro lado, comenzando a orientar ya propiamente a colegas abogados nóveles. En esta dirección intenté dos sociedades. La primera no prosperó pero la segunda que llevo adelante con la Dra. Mariana Noelia Spitale, sobrina de don Patricio, si ha comenzado a dar sus frutos, capacítandola por mi parte en esta rama de los derechos sociales de los vulnerables y recompensándome ella con su don de gentes, de diversas maneras. 
7) En cuanto a mi esposa: Ella me acompañó desde el comienzo de mi actuación como Orientador de los Congéneres como otra Orientadora mas, en especial de aquellos con quienes ella encontró mucha afinidad como son: Silvia Campos, José María Paz, Antonella Nunziata y su novio Dante Flamini, Anita Savid, Cristina Donaher, Baltasar Ferrer, y ahora Miuki.
8) Paralelamente, después de haber trabajado ella por mas de doce años como becaria para la Fundación de Endocrinología, como Tca. de Laboratorio y Secretaria... Fue nombrada, por su propio mérito, en el Laboratorio de Medicina Preventiva de la Municipalidad de Córdoba.
9) En esta Repartición Municipal se lleva adelante gran parte de la prevención pública ciudadana. Se realizan análisis prenupciales y ahora con la nueva ley, los empleados se han visto obligados a hacércelos no solo a las parejas de siempre, sino también a los gays, mas allá de sus condicionamientos morales.
10) En el Laboratorio se realizan análisis de:
a)  Enfermedades de transmisión sexual
b) Tuberculosis
c)  Sida
11) Nos dimos cuenta con Ely que nuestros sobrinos y como exponentes ellos, de una clase media alta, no saben nada de las enfermedades de transmisión sexual, ni del sida y ella pudo darle a nuestros sobrinos Muiño, una verdadera charla informática, y de lo mas interesante, el día de la cena, descubriendo yo en ella dos cosas:
a)  Su natural tendencia hacia la Educación
b)  La necesidad de que el resto de nuestros sobrinos reciban sus enseñanzas
c) Que finalmente se abrió en esa part de mi familia y a todos agradó mucho todo lo que ella mostró de si misma y de su capacitación profesional, considerada por el Cardenal Karlic, según le dijo cierto día, cuando vino a dar la misa de bendición en las bodas de oro de papá y mamá, que lo que ella hacía era verdaderamente otro apostolado, a lo que yo debería agregarle y en una dirección contraria a lo definido por la enciclopedia libre wikipedia; "mas allá que el mismo sea por otro lado un verdadero trabajo y su medio principal de vida". Con ésto quiero posicionarme dentro de una doctrina que considera que el apostolado no necesariamente debe ser algo gratuito que uno brinda a la Comunidad, sino en definitiva el ejercicio de su vocación, aquella para la que ha sido llamado por Dios, y que si la ha logrado convertir en una manera especial de trabajo, pues ¿Qué mejor?
Estaremos entonces propiamente frente a lo que Ely denomina: El mejor trabajo del mundo para su  prestador y para sus prestatarios.
12) Lo que pudimos advertir en esa cena es que ambos estámos trabajando hoy en día en dos diversos campos de la Prevención.
Ella en la prevención de las enferemedades infecciosas, propia de los grupos de personas mas vulnerables, y yo en la prevención de la enfermedad mental que perfila hacia la detección precoz de estas dentro de las familias de riesgo.
Toda esta labor de prevención la realizamos junto a nuestros diversos equipos de trabajo que son propiamente nuestros compañeros de trabajo.
13) Finalmente, Ely en su papel de Orientadora, ha empezado a dar pasos firmes hacia su posicionamiento como profesora particular y para el apoyo educativo de la enseñanza secundaria, terciaria y hasta universitaria, a estos pacientes o personas vulnerables. Siendo por este motivo, casi todos sus alumnos personas especiales. Sus clases son de Ciencias Exáctas como Matemática, Física y Química, y Ciencias Naturales como Biología.
14) Los mismos pasos como profesor particular y en igual dirección (personas especiales) he comenzado a dar yo, en las Ciencias Sociales, fundamentalmente: Derecho, Economía y Política.
15) Con algunos de nuestros "orientados", y que también tienen una veta docente, vamos comenzando a idear la posibilidad de ir armando, de a poco, una academia o escuela de apoyo educativo para personas especiales que requieran ese apoyo en cualquiera de estos tres niveles: secundario, terciario o universitario.
La modalidad parece que será, en una primera etapa; el voluntariado social, y parece también que incorporaremos además algún tipo de capacitación en oficios, siguiendo la línea de educación recibida por mi Abuelo y Tío Abuelo, donde ambos estudiaron en sendos colegios en Oficios y Artes, siendo mi abuelo Arturo Alippi Constructor y Pintor y mi Tío Abuelo, Raúl Alippi: algo así como Tenedor de Libros de Comercio y Músico y habiendo trabajado y encontrado sus respectivos medios de vida, los dos, a través de cada uno de sus oficios y aún siendo el arte para ellos su verdadera pasión. En esta dirección de la educación lo vengo orientando a Dante, que es muy bueno como cantante y que por otro lado está haciendo sus primeros pasos en el oficio de herrero de donde está encontrando su medio de vida.
¡Ojalá Dios nos ayudara en este sentido como para ver realizado alguna vez este sueño que compartimos fundamentalmente con mi gran amigo Baltasar Ferrer!

sábado, 28 de agosto de 2010

REGLAS PARA TENER EN CUENTA QUIENES VIVEN EN COMUNIDAD

Amigos:

En el siguiente link se puede navegar por varias reglas para una mejor convivencia familiar, comunitaria y social, ingresando al sitio "documentos"

http://www.carlosdefoucauld.org/

viernes, 27 de agosto de 2010

REHABILITACIÓN PSIQUIÁTRICA

Les contaba en mi anterior entrada que por un lado la psiquiatría me estaba recuperando desde hace trece años, mas o menos, y por otro lado me iba a curar definitivamente el médico de las almas: Dios.
Pues ayer fui a la consulta de rutina con el Dr. Muscellini y me expresó algunas cuestiones de lo mas interesantes:
Hasta hace unos días nada mas, no creía que ninguno de nosotros los pacientes, pudiéramos alcanzar la verdadera mística, o como él le llamó en la Terapia Grupal; "la mística en serio" antes había dicho que nosotros solo tenemos delirios místicos y cuanto mucho, una personalidad mítica, pero nunca mística.
Ayer cuando llegó el momento de hablar con él de mística, me puse muy serio y le dije: mi mística va en serio doctor. No es cosa de delirios. El me dió a entender que ya sabía que no era cosa de delirio en mi caso, e incluso aclaró: Uno la puede experimentar si está dentro suyo, pero con moderación.
Luego me instó a reflexionar sobre un asunto muy pero muy importante: Vos no estás solo, me dijo. Tenés una esposa y a ella te debés. El amor al prójimo comienza por el mas próximo y prójimo deriva de próximo. 
No podes venir con esos conceptos de que la Iglesia es la esposa de Cristo o cosas por el estilo, como la mística Ignaciana... Debes atender a tu esposa; invitarla a ver una película, invitarla a cenar, ayudarla un poco con lo que ella te pida, y por encima de todo; seducirla como corresponde y llevarla al lecho.... Ahí es donde se perfecciona vuestra unión. (A lo que yo le agregaría: comunión)
Aclaró también el psiquiatra cognitivo conductual; el psicoanálisis tiene algunas razones, hay que reconocerlo, y una de esas cosas es que cuando uno no está yendo suficientemente al lecho con su amada, para dedicarse en lugar de ello, a la espiritualidad o la racionalización.... e incluso a la poesía ... uno está verdaderamente "sublimando su líbido". De donde cabe resaltar que líbido es una energía especial, generalmente sexual, y cuando uno no la canaliza a través del saludable sexo, pues la esta sublimando y en la medida que la redireccione a lo racional o lo espiritual.
Expresó también algo muy, pero muy feo:
"Cuando al haber sublimado la líbido durante tanto tiempo, uno pierde los mecanismos inhibitorios de la sexualidad reprimida.... ahí es cuando los curas tienen relaciones con las monjas, o cuando se convierten en pedófilos"
Comparto absolutamente este postulado de la psicología psicoanalítica, y ello es uno de los muchos motivos por los cuales me enrolo dentro del Catolicismo mas progresista, por cuanto en este sentido me gusta mucho mas el Catolicismo de nuestros hermanos Ortodoxos, de donde para los sacerdotes el celibato es algo optativo.
Me gustaría ver curas casados, como suelen ser esos otros ordenados sacramentalmente con un rango inferior de jerarquía, que son los diáconos permanentes casados.
Estoy totalmente convencido que el sacerdocio no se opone, ni se contradice con la condición de casado, siempre y cuando, la vocación social y de servicio que debe tener todo sacerdote, o incluso su relación mísitica y con ella, mas ermitaña, como "esposo de Cristo y junto a su eventual mujer" y como miembros, los dos, de la Iglesia como la auténtica Esposa de Nuestro Señor.... , como venía diciendo...: siempre y cuando este total y absolutamente consensuada por la esposa, desde un comienzo.
La esposa debería saber que se está casando con un sacerdote y por ello que parte de su misión personal, como mujer de un ministro oficial de Cristo, debería ser acompañarlo en dicho ministerio  y como una cuestión sustantiva de su matrimonio.
Ya, ver si esta esposa podría ser otra sacerdote ministerial, es un tema aún mucho mas controvertido para nuestra Iglesia Romana, e incluso para la Ortodoxa.  
La cuestión es que por este tipo de temática va la cosa, en mi caso, cuando me surgen intenciones de dedicarme, por estos tiempos preliminares de la primavera, mas a la vida contemplativa, la mente racional y la espiritualidad. Incluso me llego a ir hasta la vanagloria, cuando me imagino ciertos honores eclesiásticos, como el de diácono permanente, el de catequista, e incluso el mismísimo rol de sacerdote, llegando a cruzárseme por la cabeza, la idea de cambiarme de religión, e irme hacia la Iglesia Ortodoxa, para lograr este objetivo.
Me gusta darme cuenta entonces, que todo esto solo se trata de vanagloria, en la dirección del penúltimo de los ocho vicios que figuran dos entradas mas abajo.
Y me gusta volver a mi centro y seguir la inspiración que por estos días me viene dando, desde mi lado místico, el Beato Carlos de Foucauld, de cuya vida y fundamentalmente de sus frutos; esto es, las fraternidades que se fundaron para transmitir su mensaje, me doy cuenta al fin que... EL DIABLO INTERFIRIÓ EN MI MENTE Y ME QUITÓ EL PENSAMIENTO REVELADO, OLVIDÁNDOME, EN CONSECUENCIA, AQUELLO DE LO QUE ME HABÍA DADO CUENTA, POR LA GRACIA DE DIOS. Todo esto por la mencionada vanagloria, ya que si hubiera hecho caso inmediatamente a mi necesidad de tomar apunte de lo revelado, controlar mis pensamientos hubiera sido mucho mas fácil, mientras que al confiarme de mi poder de retención, sencillamente perdí ese control de la mente y el diablo me hizo olvidar lo que provenía de Dios. Esa confianza grande en el poder de la mente, es vanagloria, y todo lo que pudiera seguir escribiendo de ahora en mas también lo es, así que aquí termino mi entrada hasta que me vuelva el pensamiento revelado otra vez.

Con un poco de humildad de mi parte, que la he manifestado en mi reciente confesión, el diablo no pudo retener mi mente por mucho tiempo y el Espíritu de Dios volvió a revelarme su pensamiento:
Foucauld creía en la Presencia de Cristo en la hostia de la Eucaristía y de manera oculta, en los hermanitos mas abandonados.
Yo le agregaría "en todos los hermanos, aún en los paganos..." y en este sentido en las palabras de mi doctor, ayer yo también encontré la presencia de Cristo, que me dió la dirección espiritual que dos días atrás fui a buscar en diferentes curas párrocos y mercedarios, sin haberla encontrado en ellos.
Lo que me prescribe el médico: "que deje por este tiempo la mística y que me dedique a atender a mi esposa como es debido" va en la misma dirección que me lo podría haber dicho cualquier cura, incluso un gran místico, pero fundamentalmente va en la dirección que me lo dicta el mismo Señor oculto en la persona de este médico, o mas precisamente morando su Espíritu dentro suyo.
Hoy no le he podido hacer caso, ni a mi médico, ni a Dios. Y una vez mas me he puesto a sublimar mi líbido, ja ja ja y a vanagloriarme, pero también por otro lado a confesarme para recibir el perdón y la paz que ahora me invade, siempre y cuando intente no caer otra vez en lo mismo y deje de escribir por un tiempo.
¿Lo lograré?
No se, es como si me faltara fortaleza, por lo tremenda que es esta pasión para mí. ¡Sin Dios no somos nada y los místicos debemos mortificarnos y estar siempre renunciando incluso a la mismísima mística de vez en cuando, cuando estamos particularmente vulnerables! ¡Tremenda contradicción debo resolver dentro mío, como un aspecto de mi propio carisma, ya bien personalísimo y diferente al del beato que me ha venido inspirando, que si pudo entregarse por completo al Esposo, por estar justamente solo!

domingo, 22 de agosto de 2010

CARTA A MI QUERIDA COMUNIDAD FAMILIAR

Queridos míos:

Encontrándome de vigilia en esta madrugada del 21 de Agosto de 2010, (3:05 hs.) frente a mi computadora y hallándome en oración y meditación; acabo de restrigir la publicación de mis blogs solamente a los que he designado "autores" de los mismos, que son aquellos a los que les irá llegando sus invitaciones respectivas. Hoy solo he invitado a tres personas de mi extremada confianza: Mi esposa Ely, mi ahijada mayor María Josefina Alippi, y mi querido amigo Baltasar Gonzalo Ferrer.
Mas adelante ire invitando a mas autores, que serán todos ellos parte de esta Comunidad Afectiva, a la que hace muy poquito la he denominado para mi fuero íntimo; familiar y fraterna.
La Comunidad es grande, pero no todos saben manejar las TIC's o NTIC's (Nuevas Tegnologías de Informáticas y comunicación) que son las herramientas propias de los Teletrabajadores, término que deriva de telematica y por supuesto de trabajador. La Telemática por su parte es una disciplina científica y tecnológica que surge de la evolución y fusión de la telecomunicación y de la informática, de donde cabe por último mencionar que la telecomunicación viene de las comunicaciones telefónicas y radiales. Todos estos medios de comunicación modernos son herramientas fundamentales de mi trabajo en general, pues aunque el mismo sigue siendo básicamente en mi caso; personalizado, y cuando el vínculo con los demás, lo realizo en el trato cara a cara, luego me valgo de estas modernas herramientas para continuar la comunicación, sin dejar de lado la comunicación física y gestual, que resulta tan importante para la "realidad" en lugar de lo virtual. Donde como me dijo mi amigo Jose Julián Ortega Colomé el otro día: ¡Uno puede crear el personaje que mas le guste!
¿Pero por qué les estoy hablando entonces del teletrabajo?
Pues porque los quiero ir introduciendo en la modalidad de trabajo que empleo y que la comencé a desarrollar hace haños, primero cuando empecé a aprender a utilizar la informática y luego, cuando ingresé a la Empresa Impianti S.R.L. y me puse en contacto con las computadoras "conectadas" de la oficina y al poco tiempo me enteré de la existencia del teletrabajo.
Por este motivo es que fui adquiriendo, de a poco, todas las Tic's:
1) Celular
2) P.C.
3) Teléfono
4) Multifunción
5) Netbook
A ustedes les llamaría la atención todo lo que realizo en torno de mi profesión con el teletrabajo. Fundamentalmente las siguientes labores; Todo un importantísimo estudio de leyes y doctrinas, sin utilizar libros ni bibliotecas. Evacuo consultas y mantengo comunicación con mis clientes por mail, celular y teléfono y finalmente coordinamos nuestra labor societaria, tanto con Juan Arturo Alippi, como con la colega Mariana Spitale, esta útlima con la que hemos conformado una sociedad profesional. Por medio de estas sociedades, es como termino percibiendo modestos honorarios y mi rentita. ¡Y el trabajo va in crecendo!
Pero no acaba ahí mi teletrabajo, la mencionada mas arriba es mi área mas productiva, en el sentido usual del término. Sin embargo a través del teletrabajo me dedico también a mi afición de escritor, yo diría mas bien mi pasión.
Además mantengo comunicación con diversas comunidades virtuales. Todas reales por otro lado, como son la de "Los hombres de familia", esos amigos montserratences coetáneos, todos conservadores y casados, con quienes hacemos por mail "terapia de machos" y que la continuamos personalmente cuando nos reunimos algunos miércoles bien asiduamente. Y por otro lado la comunidad virtual con los otros coetáneos; los ex alumnos Leontrecences, a la que le llamamos; "el foro", y con quienes también nos reunimos personalmente, pero con ellos anualmete.
Y desde hace unos meses también me valgo del Teletrabajo en algo que no fui yo quien lo organizó, sino el Dr. Muscellini, don Patricio Ortiz y Gonzalo Courel, y que es la radio on line; http://www.radiorecuperar.org/ en sus programas: "La Nave" (Cultura General) y "Abogando por un interés especial" (Jurídico), donde como es propio de toda radio, su finalidad es estrictamente la Comunicación Social y la promoción de las tres Instituciones de la Calle Chavez 48/49; Las OSC Acapef y Fundación Recuperar, y el Centro de Rehabilitación Privado; Casa Club Bien Estar.
Como verán entonces el teletrabajo es una herramienta fundamental de mi metodología de trabajo y comunicación y ésto es así principalmente porque este tipo de trabajo con las nuevas tecnologías es muy propicio y fomentado desde las políticas públicas para las personas con discapacidad y la población desocupada, independientemente que también la utilicen las personas normales; llamados estos casi siempre; telemarketers, lo cual pone énfasis en el telemercado y la venta de productos y servicios de grandes empresas, (cal centers) en lugar del trabajo personal y artesanal como es en mi caso.
Pero vuelvo a preguntar: ¿Por qué les estoy hablando de mi teletrabajo?
Pues porque los queria llevar con el razonamiento y esta introducción hasta lo que me parece de lo mas trascendente en torno a esta temática: mi función de Cristiano Teletrabajador o teleevangelizador, ja ja ja.
Siempre me dice la Ely en broma y casi de manera irónica: Vos estás a la cresta de la ola. (Tal vez sea un poco así, tal vez sea solo una broma...)
Pero lo que me ha parecido sumamente significativo es que el Vaticano (Juan Pablo II y Benedicto XVI) hayan fomentado estos medios informático para su misión evangélica.

"...Después de muchos siglos la prensa se convirtió rápidamente en un camino esencial para el anuncio. Finalmente, el siglo pasado marcó la llegada y difusión masiva de nuevos instrumentos de comunicación: el cine, la radio, la televisión, la comunicación electrónica a través de Internet y correos electrónicos, etcétera. La Iglesia, en sus distintos ámbitos, ha intentado usar estos nuevos caminos para llevar a cabo su misión...
...Todos sabemos que hoy hay un número cada vez mayor de personas que no son alcanzadas directamente por el mensaje de la Iglesia, pero que pueden ser alcanzadas a través de los medios, por lo que es nuestro preciso deber intentar usar este camino, aún más estos caminos - porque son muchos y variados - para el anuncio evangélico..." (Texto extraído de la página: http://www.zenit.org/article-30217?l=spanish )
La cuestión es que desde hace al menos dos años, desde que me compré la P.C. y la conecté a internet, vengo realizando oraciones y meditaciones, apoyado por la informática y la internet, y todo lo he escrito en mis archivos.
Me da gracia porque cuando comencé a orar y meditar, lo hacía sentado en el suelo, en posición de medio loto, con velas y sahumerios ensendidos y escribiendo en manuscritos mis reflexiones y exámenes de consciencia, lo cual me recordaba e "imitaba" a las prácticas orientales y del yoga.
Después me senté en una silla frente a mi P.C. del escritorio encendí las luces, y comencé a escribir mis oraciones en documentos word. Al principio me sentía incómodo porque el nuevo ambiente por lo tecnológico no me parecía muy sacro, pero después me acostumbre y adquirí gran familiaridad con estas nuevas tecnologías empleadas a la oración.
Luego volví al suelo y la mesita ratona, otra vez con velas y en la penumbra, con los sahumerios y el crucifijo frente a mi y con la musica ambient, pero escribiendo en archivos word en mi netbook e iluminando el teclado con una moderna lamparita con puerto usb. ¡Por fin estuve otra vez a gusto y plenamente realizado! Ya no necesito nada mas para estar familiarizado del todo con el ambiente sacro, que necesitaba de ese lado rustico y reverente de las luces apagadas, el suelo y lo demás pero ahora con las nuevas tecnologías y ya no convirtiendo la oración en una especie de trabajo de oficina como cuando las hacía en el escritorio!
Y ya vamos llegando al final de esta extensa carta...
Tengo entonces muchísimas oraciones y otros archivos de diversa índole. Que a partir de hoy los encerraré en una carpeta diferente mas reservada. Tal vez con alguna clave de acceso, para que nadie que yo no quiera las pueda leer. Tengo además mis blogs donde me despojé totalmente de mi intimidad y revelé mis mas grandes miserias y contradicciones. Y que el otro día en oración sentí que Nuestro Señor me decía:
"No te preocupes por lo que has publicado, realmente no ha trascendido y no ha salido del ámbito de unos pocos conocidos que no te harán ningún daño. El Cielo te ha estado protegiendo frente a esa compulsión verborrágica tuya de desnudar con la narrativa testimonial y autobiográfica toda tu intimidad."
La cuestión que decidí comenzar a reservarme y preservarme, siguiendo ese camino que comenzamos con Ely cuando recuperamos todas las claves de los sitios de internet donde había publicado mis datos personales y los modifiqué o eliminé.
Estoy ahora continuando con esa labor, bloqueando el acceso al publico a mis blogs y permitiéndoselo solo a los "autores" que yo invite, que al ser autores pueden ser coautores de mis blogs, si ustedes lo desean y eso sería de mi mayor agrado como escritor.
A ustedes los he elegido como guardianes de mi obra; esa que se va escribiendo día tras día en diferentes entradas y archivos y que según este literato esta cargada de sentido y significancia, pero que todavía no he podido transmitir correctamente.
En la entrada que sigue (Los ocho vicios) transcribo un artículo de la página de la Iglesia Ortodoxa y lo hago por muchos motivos, los dos principales porque; a) Yo me siento un guardián de los ancenstros de la familia, cosa que practico yéndolos a visitar a menudo al Cementerio San Jerónimo y como tal, me siento muy conectado con el abuelo Arturo Alippi y con su forma de ser; artista, inventor, meditativo y de seguro también un tanto ermitaño, sus restos descansan en el panteón de la Iglesia Ortodoxa, junto a la abuela Juana Pardo de Alippi. Esto siempre me llamó la atención y cuando era muy inmaduro como guardián, quería trasladarlos a la Cofradía de la Merced (Católica Romana). Gracias a Dios maduré y su sepultura me llevó a familiarizarme con los Ortodoxos y a guardarles respeto, admiración y afinidad. ¡Dios sabe por que hace las cosas y sabe muy bien por qué estan estos restos en ese panteón! ¡Por mi parte los dejaré ahí, como para que me sigan inspirando en la dirección de esta Iglesia tan parecida a la nuestra, que dicho sea de paso quien fuera por algún tiempo mi director espiritual, el difunto padre Sixto Castellano S.J. dijo una vez en misa al refererirse a los Católicos Ortodoxos; son iguales que nosotros.
b) Pero lo que no me cabe ninguna duda es que el articulo que se transcribe mas abajo es de un monje ermitaño de las primeras épocas del Cristianismo discípulo de san Juan Crisóstomo, ambos de la Iglesia Romana, por no haberse producido todavia el Cisma de Oriente. Quiere decir que Ortodoxos y Romanos tenemos a estos mismos Padres del Desierto, como una misma raíz y para la teología romana forman parte de la teología mística, que hoy es la rama minoritaria de la teología Cristiana. Yo desde que tuve mi despertar espiritual en el año 1998, ingresé por esa vía mística y he ido pasando por todas las habidas y por haber desde el delirio mísitico total hasta la posición donde estoy ahora: Ante el fortísimo deseo de comenzar a transitar la verdadera y seria senda mística que consiste en un retiro del mundo y el ascetismo. Sin embargo mi inspirador no forma parte de estos grandes ascetas del desierto, sino el moderno místico Carlos de Foucauld, un beato cuya vida me recomendó que leyera el Cardenal Karlic, sabiendo perfectamente que su característica fundamental era su doble fasceta; Ermitaña y mística por un lado y social y apostólica por el otro, dentro de una esencial contradicción propia de su personalidad y de su carisma. Estos ermitaños son "puros místicos retirados del mundo", lo que yo pretendo es ser un místico que está a la cresta de la ola ja ja ja. O mejor dicho un místico contemporáneo, orando por medio de mi netbook, en lugar de papiros e incunables.
Me he dado cuenta que estoy en la antesala de este camino ascético. Recién estoy frente a la alternativa y la posible elección para mi vida. Y debo compatibilizarla muy bien con mi estado de hombre casado y mi condición de "evangelizador en el mundo", lo que para algunos curas llega a ser un ministerio laical en si, mas allá que no esté mencionado en el Vaticano II de manera expresa.
¿Como hacer entonces para estar y al mismo tiempo no estar en este mundo? Pues ese será mi desafío, y no lograré resolver esa contradicción si no es por la gracia de Nuestro Señor, pero siento en lo mas profundo de mi ser que por ahí pasa la verdadera cura a mi enfermedad bipolar, mas allá de mi recuperación alcanzada hasta hoy por medio de la rehabilitación y el tratamiento integral que se me lleva adelante en mi persona por medio de la psiquiatría.
Como lo dijo el padre Castellano; Esta enfermedad que tienes se cura con Dios que dicho sea de paso, tal cual lo dice este Casiano el Romano, es el médico que cura las almas. ¡Mi alma está muy enferma todavía porque al leer sus ocho pensamientos he podido advertir fácilmente que todavía tengo estos ocho vicios! ¡Los tengo a todos! Así que debo tratar de reservarme y llamarme a un cierto retiro, para no continuar cayendo en la imprudencia de estar transmitiendo mal los evangelios, a través de mis confesiones públicas, vanaglorias y hasta soberbias.
Hace tiempo que le estoy rogando al Espíritu Santo que me done las gracias del silencio, la síntesis y las pocas palabras. Siento que muy de a poco me van llegando, aunque siga hablando hasta por los codos.
Yo pondré de mi parte todo lo que mas pueda, pero como dicen estos padres; ¡No somos nada sin Cristo! Y todo nos viene por medio de Él.
Ustedes los guardianes de mi obra, sabrán que hacer con ella. Darla a conocer, conservarla como bien familiar, al igual que la obra del abuelo Arturo, o dejar que se extravie en el infinito misterio de la informática.
Les mando un abrazo a todos...

                                                                                  Nano

LOS OCHO VICIOS

Extraído de la página: http://www.elarcadenoe.org/

CASIANO EL ROMANO

Nuestro santo padre Casiano el Romano vivió bajo el reinado de Teodosio el Pequeño, alrededor del año 331. Hemos puesto en el presente volumen, de entre todos los discursos fruto de sus fatigas, aquel relativo a los ocho pensamientos y los que nos hablan del discernimiento, ya que de ellos emana abundante provecho y gracia. A ellos se remite también el sapientísimo Focio, citando literalmente el código 197, páginas 265-66. "También el segundo discurso está dirigido al mismo (es decir a Castor), y lleva como título 'Discurso a propósito de los ocho pensamientos', girando alrededor de temas relativos a las pasiones de la gula, de la fornicación, del amor al dinero, de la ira, de la tristeza, de la pereza, de la vanagloria y de la soberbia. Estos tratados son utilísimos a aquellos que están dispuestos a participar en la batalla ascética... Y además de éstos, fue leído un tercer pequeño discurso... en el cual se nos enseña lo que significa el discernimiento, de cómo esta virtud es la más grande de todas, dónde es generada, Y cómo, habitualmente, nos llega desde lo más alto, etc..."

La Iglesia recuerda a este santo el día 29 de febrero, y lo celebra con testimonios de honor y alabanzas.

Nacido en el año 360 en la ciudad de Dobrudja, en la desembocadura del Danubio, según Genadio, De Viris illustribus, PL, 58, LXI, 1094, quien lo define de nacionalidad escita. De familia poderosa, terminó siendo aún muy joven sus estudios clásicos. Junto con su amigo Germán, al cual se sentía muy unido, se embarcó en un viaje hacia Oriente, interesándose sobre todo en el testimonio cristiano que daban los monjes que poblaban esos lugares.

Se detuvo en Palestina por unos dos años, en un monasterio de Belén. No consta, sin embargo, que haya conocido personalmente a Gerólamo. Aparentemente, lo conoció y lo estimó sólo por sus escritos. Después de dos años, Casiano y Germán se dirigieron a los desiertos de Egipto, en particular a Escete y a Nitria. Volvieron ocho años después y nuevamente partieron por tres años más.

En el 399 se dirigieron a Constantinopla, debiendo huir de Egipto a causa de su "origenismo." Casiano fue admirador y partidario de Orígenes, particularmente en lo que se refiere a su exégesis escriturística. Mantuvo, sin embargo, una posición equilibrada y evitó seguirlo en ciertos aspectos más dudosos y menos ortodoxos. En Constantinopla, Casiano fue ordenado diácono por Juan Crisóstomo, por el cual conservó siempre una profunda devoción. Luego que Juan Crisóstomo fuera expulsado, también los dos amigos se tuvieron que ir, y se dirigieron a Roma, al papa Inocencio I, para solicitar su ayuda en favor del obispo perseguido. Desde ese momento se pierde el rastro de Germán, a quien suponemos muerto en Roma.

Con toda probabilidad, Casiano fue ordenado presbítero en Roma. De allí se dirigió a Marsella, en el año 415, donde fundó el monasterio de san Víctor y un monasterio femenino, Murió alrededor del año 435.

Por medio de sus dos grandes obras, Instituciones cenobíticas y Colaciones espirituales, Casiano transmitió a Occidente un conocimiento bastante exacto a propósito de la institución monástica en Oriente y Occidente.

Durante el tiempo transcurrido en Marsella, Casiano intervino en las disputas doctrinales relativas a la gracia y, poco dotado para este tipo de cosas, incurrió en formulaciones erróneas o imprecisas, de carácter semipelagiano. Sin embargo, aun en este delicado tema, su santidad y su tendencia hacia la dulzura y la sumisión, no fueron menos evidentes. Casiano, no bien advirtió su error, se retiró y calló...

De las Instituciones y de las Colaciones de Casiano, existen varias traducciones en distintos idiomas. En cuanto a las Instituciones, se puede ver la edición italiana a cargo de P. M. Ernetti, Padva, 1957; la traducción francesa con el texto latino se encuentra en la colección Sources Chrétiennes 109. Las Conferencias, en la edición italiana a cargo de O. Lari, De. Paulinas, 1965; la traducción francesa con texto latino está en Sources Chrétiennes 42-54-64



AL OBISPO CASTOR. LOS OCHO PENSAMIENTOS VICIOSOS

Luego de haber hecho un primer discurso concerniente a la ordenación de los cenobitas, nuevamente nos llenamos de coraje, debido a vuestras oraciones y nos disponemos a escribir a propósito de los ocho pensamientos viciosos, es decir, los pensamientos de gula, fornicación, amor al dinero, ira, tristeza, pereza, vanagloria y soberbia



LA CONTINENCIA DEL ESTOMAGO

Como primera cosa, hablaremos de la continencia del vientre, que se opone a la gula. Diremos pues, cómo hacer los ayunos y cuál deberá ser la calidad y la cantidad de los alimentos. No hablaremos de nosotros mismos, sino que mencionaremos lo que hemos recibido de nuestros santos Padres Ellos no tenían una única regla para el ayuno ni una única manera de comer los alimentos; ni siquiera nos han transmitido la indicación de una medida, ya que no todos tienen la misma fuerza, ya sea por edad, por enfermedad, o por una constitución física particularmente delicada. Hay, sin embargo, un único objetivo: huir de la saciedad y evitar llenar nuestro estómago.

Un cierto ayuno diario ha sido considerado más ventajoso y más adecuado para conducirnos a la pureza, que un ayuno que se arrastra por tres, cuatro días o aun una semana. Se dice que el ayuno que se prolonga sin medida es seguido por un período de exceso en las comidas. De tal modo, es posible que la abstinencia exagerada de alimentos haga que el organismo pierda su vigor, tornándolo perezoso en su servicio espiritual, o que el cuerpo, sintiéndose pesado por el exceso de comida, produzca en el alma pereza y relajamiento.

Los Padres no consideraron apto para todos el ingerir verduras o legumbres, ni que todos pudieran hacer uso, como alimento cotidiano, del pan duro. Se ha visto cómo uno que come dos libras de pan sigue teniendo hambre, mientras que otro, comiendo solamente una, o aun seis onzas, se siente satisfecho. Tal como se ha dicho anteriormente, lo que nos han transmitido como regla para observar la continencia es solamente esto: que no nos dejemos engañar por la saciedad del estómago, ni nos dejemos arrastrar por el placer de la gula. En efecto, no solamente la variada calidad de los alimentos, sino también las distintas cantidades de los mismos, pueden encender en nosotros las flechas inflamadas de la fornicación. Más aún: no es solamente la ebriedad del vino la que embriaga nuestra mente, sino que incluso la saciedad del agua o el exceso de cualquier comida la tornan aturdida y somnolienta. El motivo que produjo la destrucción de los sodomitas, no fue la ebriedad producida por el vino o por los variados alimentos, sino por la saciedad del pan, tal como dice el profeta.

La debilidad del cuerpo no nos impide alcanzar la pureza del corazón, si no ofrecemos a nuestro cuerpo otra cosa que lo que la debilidad nos pide, y no lo que exige el placer. Debemos utilizar alimentos tanto cuanto es necesario para mantenernos con vida, no lo que nos induce a servir a los impulsos de la concupiscencia. Una toma moderada de alimentos, según nuestro razonamiento, contribuye a la salud del cuerpo y no quita nada a la santidad. La regla de continencia y la norma exacta que nos transmitieron los Padres, es la siguiente: el que tome un alimento cualquiera, deberá detenerse cuando aún tiene apetito, sin esperar la saciedad. Cuando el Apóstol nos dice que no debemos preocuparnos de la carne para satisfacer nuestra concupiscencia (Rm 13:14), no trata de prohibirnos lo necesario para mantenernos con vida, sino que intenta prohibir un tratamiento que nos induzca a la voluptuosidad.

Además, para lograr una pureza perfecta del alma, no es suficiente con abstenerse de alimentos, sino que otras virtudes son necesarias. Mucho beneficia a la humildad la obediencia en el trabajo y la fatiga del cuerpo, así como beneficia el mantenerse lejos del amor por el dinero, lo que no significa sólo no tener dinero, sino también evitar desearlo ansiosamente: esto es lo que guía al alma realmente a la pureza. El abstenerse de la cólera, de la tristeza, de la vanagloria, de la soberbia, son todas cosas que producen la pureza global del alma. En cuanto a esa particular pureza del alma, fruto de la templanza, la misma se obtiene con la continencia y con el ayuno. Porque es imposible luchar en nuestra mente con el espíritu de la fornicación, teniendo el estómago lleno. Por lo tanto, nuestra primera lucha será por lograr la continencia del estómago y el doblegamiento de nuestro cuerpo, no solamente mediante nuestro ayuno, sino también velando con la fatiga, la lectura y con el recogimiento de nuestro corazón, temerosos de la gehena y deseosos de acceder al Reino de los Cielos.



EL ESPIRITU DE LA FORNICACION

Nuestra segunda lucha es contra el espíritu de la fornicación y de la concupiscencia de la carne, que, desde la más temprana edad del hombre, empiezan a atormentarlo. Ésta es una gran lucha, ardua y doble, porque mientras los otros vicios declaran una guerra. al alma, solamente éste se presenta bajo una doble forma que acecha al alma y al cuerpo: por tanto la batalla es doble. El solo ayuno del cuerpo no es suficiente para adquirir la perfecta templanza y la verdadera castidad, si no hay también contricción del corazón, una perseverante oración a Dios, una asidua meditación de las Escrituras, una dura fatiga y trabajo manual: estas cosas tienen el poder de contrarrestar los impulsos inquietos del alma, apartándola de turbias fantasías. Sin embargo, lo que más beneficia es la humildad del alma, sin la cual no se puede salir ni de la fornicación ni de las otras pasiones.

Por lo tanto, es fundamental ser vigilantes y apartar nuestro corazón de los pensamientos sórdidos. Pues es del corazón, según la Palabra del Señor, de donde provienen los malos razonamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, y cosas de la calle. Y el ayuno nos ha sido prescrito, no solamente para tratar duramente al cuerpo, sino para ayudar a la sobriedad del intelecto, para que éste no se oscurezca por el exceso de alimento y no pierda su fuerza en la vigilancia de sus pensamientos. Debemos ser solícitos, pues, no sólo en el ayuno corporal, sino que debemos prestar atención a nuestros pensamientos y ejercer la meditación espiritual: sin todo esto, es imposible llegar a la cima de la verdadera castidad y pureza. Es pues necesario -como dice el Señor - que purifiquemos antes la parte interior del vaso y del plato, para que se torne puro también su exterior (Mt 23:26). Así es como, si nos preocupamos -como dice el Apóstol - por luchar según las reglas para recibir la corona, no presumamos de haber vencido al espíritu impuro de la fornicación con nuestra capacidad y ascesis: la ayuda de Dios nuestro Señor es invalorable. El hombre no cesa de estar en lucha con este espíritu, hasta que no cree en verdad que no es por su prisa ni por su fatiga, sino por la protección y la ayuda de Dios, que nos alejamos de este vicio y accedemos a la cima de la castidad. Se trata, de hecho de una cosa que supera a la naturaleza, y aquel que pisotea los estímulos de la carne y sus voluptuosidades, se sale de alguna manera de su cuerpo.

Por este motivo es imposible que el hombre vuele, por así decirlo, con alas propias hacia ese excelso y celeste premio de santidad, y se torne en imitador de los ángeles, a menos que la gracia de Dios lo eleve de la tierra y del fango. Los hombres, atados a la carne, con ninguna otra virtud imitan mejor a los ángeles, seres espirituales, que con la virtud de la templanza. Se debe a ella que, mientras aún están y viven sobre la Tierra, los hombres tienen su Ciudadanía en los Cielos, como dice el Apóstol.

La demostración de la perfecta posesión de esta virtud ocurre cuando el alma, durante el sueño, no atiende a alguna imagen de turbia fantasía. En efecto, aunque este tipo de actitud no es considerada como pecado, es síntoma de que el alma se encuentra enferma y no se ha alejado de la pasión. Y por esto debemos creer que las turbias fantasías que nos aquejan durante el sueño, denotan el descuido precedente y la enfermedad que está en nosotros; porque la enfermedad escondida en las zonas recónditas de nuestra alma, se torna manifiesta al sobrevenir el flujo durante el relajamiento del sueño. Y así es como el médico de nuestras almas ha colocado el fármaco en las zonas más recónditas de la misma: porque conocía las causas de la dolencia. Nos dice: El que mira a una mujer para desearla, ya ha cometido con ella adulterio en su corazón (Mt 5:28). Y con esto no está corrigiendo los ojos curiosos y malvados, sino más bien al alma que está adentro y que usa malamente sus ojos, recibidos de Dios para el bien. También por este motivo el sabio proverbio no nos dice que pongamos toda nuestra vigilancia en custodiar nuestros ojos, sino que dice: pon toda tu vigilancia en custodiar tu corazón (Pr 4:23), aplicando a éste el cuidado de la vigilancia, pues es el corazón el que se servirá luego de los ojos para lo que realmente desea.

Custodiaremos, pues, así nuestro corazón, cuando, por ejemplo, se forma en nuestra mente la imagen de una mujer, producida por la astucia diabólica, aunque se trate de nuestra madre, o de una hermana o de cualquier otra mujer pía, ahuyentémosla de nuestro corazón enseguida, para que no suceda que, si nos entretenemos mucho en tal memoria, el Seductor que nos empuja hacia el mal, a partir de estas imágenes, haga a posteriori resbalar y precipitar nuestra mente en pensamientos turbios y perniciosos. El mandamiento mismo que Dios había dado al primer hombre ordenaba cuidarse de la cabeza de la serpiente, es decir, de la primera aparición de los pensamientos peligrosos, mediante los cuales trata de meterse dentro de nuestras almas. Si acogemos su cabeza, es decir, el primer estímulo del pensamiento, terminaremos por aceptar el resto del cuerpo de la serpiente, esto es, daremos nuestro consentimiento al placer. Y después de esto, el llevará nuestra mente a realizar la acción ilícita.

Nos conviene, sin embargo, como está escrito, matar cada mañana todos los pecadores de la tierra (Sal 100:8), es decir, discernir con la luz del conocimiento y destruir los pensamientos pecadores en la tierra de nuestro corazón, como enseña el Señor, y cuando los hijos de Babilonia, es decir, los malos pensamientos, son aún niños, hay que abatirlos y deshacerlos contra la piedra que es Cristo. Porque si, gracias a nuestra indulgencia, se convierten en adultos, no podrán ser vencidos sin grandes gemidos y fatiga.

Y además de lo dicho por las Sagradas Escrituras, es bueno recordar lo dicho por los santos Padres. Nos dice san Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia: "Aunque no conozca mujer, no soy virgen. A tal punto sabía que el don de la virginidad no se consigue mediante la simple abstención corporal de la mujer, sino por la santidad y pureza del alma que suele actuar en el temor de Dios. Y los santos Padres dicen también que no podemos adquirir perfectamente la virtud de la castidad, si antes no poseemos en nuestro corazón la verdadera humildad, ni nos hacemos dignos del verdadero conocimiento hasta tanto la pasión de la fornicación no sea arrinconada en un lugar recóndito de nuestra alma.

Para demostrar la obra de la templanza, recordaremos alguna expresión alusiva dicha por el Apóstol, y con esto terminaremos nuestro discurso: Buscad la paz con todo, sin la cual nadie verá al Señor (Hb 12:14). Y es claro que habla de esto cuando agrega: Ningún fornicador o contaminado como Esaú (Hb 12:16), etc. Justamente porque la obra de la santificación es celestial y angélica, combate a los pesados ataques de los adversarios. Y por esto debemos ejercitarnos no solamente en la continencia del cuerpo, si no también en la contrición de nuestro corazón y en continuas postraciones con gemidos: de este modo apagaremos, con el rocío de la presencia del Espíritu Santo, las brasas de nuestra carne, que el rey de Babilonia enciende cada día, excitando nuestra concupiscencia.

Además de todo esto, el arma más poderosa que nos ha sido dada para la batalla es la vigilia según Dios. Así como la custodia durante el día prepara la santidad de la noche. así la vigilia nocturna según Dios, predispone el alma a la pureza durante el día.



EL AMOR POR EL DINERO

La tercera batalla es contra el espíritu del amor por el dinero, espíritu que es extraño a la naturaleza, y que en el monje tiene su origen en la falta de fe. Es así como los impulsos de las otras pasiones, es decir, de la ira y de la concupiscencia, parecen partir del cuerpo mismo, y de alguna manera, su principio está en la naturaleza misma: por este motivo son vencidos después de mucho tiempo. Sin embargo, el mal del amor por el dinero viene desde lo externo, y puede ser eliminado fácilmente si estamos atentos y solícitos. Pero si se lo descuida, se convierte en una pasión más letal que las otras, y difícil de sacar. Es, como dice el Apóstol, la raíz de todos los males.

Observemos cómo las actitudes naturales del cuerpo se pueden notar no solamente en los niños que aun no tienen conocimiento del bien y del mal, sino también en los niños más pequeños, aun lactantes, en los cuales no hay trazas de voluptuosidad y que, sin embargo, muestran en su carne, sus actitudes naturales. Del mismo modo, podemos ver en los niños la reacción de la ira, cuando los vemos excitados contra el que los ha entristecido. Y todo esto no lo digo por acusar a la naturaleza de ser causa de pecado -nunca se sabe - sino que lo digo para demostrar cómo la ira y la concupiscencia, que el Creador había unido al hombre para bien, parecen de alguna manera -a causa de la negligencia - ir contra la naturaleza, a partir de lo que es simplemente parte de la naturaleza del cuerpo. El movimiento del cuerpo fue dado por el Creador al hombre no para la fornicación, sino para la generación de sus hijos y la supervivencia de la especie. Y la reacción de la ira fue sembrada en nosotros para nuestra salvación, para que la accionáramos contra el mal, no para convertirnos en simples bestias contra el que pertenece a nuestra misma estirpe.

No es la naturaleza la pecadora, aunque hagamos un mal uso de nuestras potencias; tampoco deberemos acusar a quien nos ha plasmado; como tampoco al que nos ha dado el hierro para sus usos necesarios y ventajosos, si el que luego lo toma se sirve de él para matar. Hemos dicho todo esto para demostrar cómo el origen de la pasión por el amor al dinero no deriva de un movimiento natural, sino de una voluntad pésima y corrupta.

Este mal, cuando encuentra el alma tibia e incrédula, encontrándose ésta al principio de su alejamiento del mundo, le sugiere pretextos aparentemente razonables para retener alguna cosa más de lo que posee. Le hace imaginar al monje una larga vejez y enfermedades físicas, haciéndole calcular que lo que el convento podrá ofrecerle no será suficiente como para proporcionarle algún consuelo, no solamente a quien esté enfermo, sino a quien esté sano, e incluso que no le será posible obtener ninguno de esos cuidados que es justo administrar a los enfermos, sino que resultará en un abandono total, por lo que si no se ha puesto de lado algún dinerillo, allí se morirá como un miserable. Finalmente, sugiere que ni siquiera es posible permanecer por largo tiempo en el monasterio, debido a la pesadez de los trabajos y a la severidad del superior. Cuando el mal haya seducido con estos pensamientos la mente, para hacerle retener por lo menos un dinerillo, convencerá al monje de la necesidad de aprender, a escondidas del abad, un trabajo manual con el cual aumentar el dinero por el que se preocupa. Y finalmente, con oscuras esperanzas, desvía al desventurado, haciéndolo pensar en una ganancia proveniente de su trabajo, y en el alivio y en la seguridad que de ello se desprende. Y así, luego de haberse entregado por entero al pensamiento de la ganancia, no medita en nada de lo equivocado: ni en la locura de la ira, cuando sufre por algún perjuicio, ni en la tiniebla de la tristeza en la que cae si pierde la posibilidad de obtener alguna ganancia. Así como para otros el estómago es dios, así el oro es el dios para éste. Por tanto, el bienaventurado Apóstol, conociendo todo esto, ha denominado a esta pasión no solamente la raíz de todos los males, sino también "idolatría." Consideremos pues a cuánta malicia este mal induce al hombre, que logra arrastrarlo incluso hasta la idolatría. De hecho, el que ama el dinero, ha apartado su intelecto del amor a Dios, y lo deposita en los ídolos del hombre esculpidos en oro.

Ante todos estos pensamientos, el cristiano se halla obnubilado, empeora cada vez más, y se aparta de la obediencia: además se irrita, se indigna contra todo aquello que cree no merecer, murmura por el trabajo que debe hacer, contradice, y puesto que ya no observa ningún sentido de respeto, se dirige como un caballo salvaje hacia el precipicio. No se conforma siquiera con el alimento cotidiano que recibe; por el contrario, asegura que no puede soportar más. Afirma que Dios no se encuentra solamente allí, que su salvación no está radicada allí, y que si no abandona el monasterio, se pierde. Y así, teniendo como colaborador de estos pensamientos corruptos al dinero que ha apartado, y gracias a éste, sintiéndose liviano como si tuviera alas, empieza a considerar salir del monasterio, para terminar sintiendo soberbia y aspereza hacia todo lo que ha profesado, como un forastero, un extranjero; y si ve en el monasterio algo que necesita ser corregido, lo descuida, lo desprecia, y critica todo lo que se hace. Luego, busca cualquier pretexto para encolerizarse o entristecerse, a fin de no parecer una persona ligera, que se va del monasterio por cualquier motivo. Y si, con insinuaciones y palabras vanas, puede engañar a alguien y hacerlo salir del monasterio, no se detiene ni siquiera frente a esto, pues quiere asociarlo en su caída.

Así, el que ama el dinero, encendido por el fuego de sus propias riquezas, no podrá nunca tener paz en el monasterio, ni vivir aceptando una regla. Y cuando el Demonio, como un lobo, lo secuestra y lo aparta del rebaño, lo deja para que sea devorado. Entonces, lo empuja a hacer en su celda aquellos trabajos que en el convento descuidaba y no hacía en las horas establecidas. Y no le permite observar ni las oraciones habituales, ni la costumbre del ayuno, ni el canon de la vigilia, pues, luego de haberlo unido indisolublemente al amor por el dinero, lo convence para que ponga todo su empeño en el trabajo manual.

Tres son las formas bajo las cuales se presenta esta enfermedad, y todas están igualmente prohibidas por las Sagradas Escrituras y por las doctrinas de los Padres. Una de ellas induce a que estos míseros posean y acumulen lo que ni siquiera tenían cuando vivían en el mundo. La otra hace que aquel que, de una vez por todas, había abandonado las riquezas, se arrepienta, y le sugiere tratar de recuperar lo que había ofrecido a Dios; la tercera, luego ole haber atado al cristiano con la falta de fe y la tibieza, no le permite deshacerse del todo de las cosas del mundo: le insinúa el temor al hambre y la falta de fe en la Providencia, haciéndole transgredir las promesas hechas cuando hubo dejado su vida anterior.

De las tres formas de este mal encontramos ejemplos, como se ha dicho, ya condenados en las Sagradas Escrituras. Guejazí, por ejemplo, queriendo adquirir para sí mismo riquezas que antes no poseía, perdió la gracia profética que el maestro quería dejarle en herencia. Más bien, en lugar de heredar bendiciones, heredo una lepra perpetua, a causa de las maldiciones del profeta. Y Judas, queriendo obtener el dinero que en un primer momento rechazó para seguir a Cristo, no sólo se alejó del coro de los Apóstoles por haber traicionado al Señor, si no que destruyó su vida física con una muerte violenta. Ananías y Safira, por haber conservado algo de lo que ya poseían, fueron castigados con la muerte, mediante sentencia apostólica . Y el gran Moisés, el del Deuteronomio, místicamente exhorta a aquellos que prometen dejar el mundo y que, debido al temor infundido por la falta de fe, permanecen apegados a las cosas terrenas: Si alguno se encuentra temeroso y tiene miedo en su corazón, que vuelva a su casa, para que no induzca al temor el corazón de sus hermanos (Dt 20:8).

¿Hay algo más seguro y claro que este testimonio? ¿No aprenderemos, pues, de estas cosas, nosotros que hemos dejado el mundo, renunciando perfectamente a todo y saliendo victoriosos de la batalla, antes que atender a un principio ya blando y débil que termina por apartar a los otros de la perfección evangélica e inducirlos al miedo? Hay algunos que interpretan mal lo que las Escrituras dicen bien: Hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20:35), y se esfuerzan por alterar el sentido de lo que se dice, engañándose a sí mismos, y siguiendo su propia pasión por el dinero. Hacen lo mismo con las enseñanzas del Señor: Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees, dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme (Mt 19:21): en realidad, consideran que mejor que ser pobre es disponer de la propia riqueza y acudir a la propia abundancia para dar a los pobres. Deberán éstos saber que no se han apartado aún del mundo ni han entrado en la perfección monástica, mientras se avergüencen de aceptar en nombre de Cristo la pobreza del Apóstol, sirviendo a sí mismos y a los necesitados con el trabajo de sus propias manos, para llevar a cabo con hechos la profesión monástica y ser glorificados con el Apóstol. Luego de haber dispersado su antigua riqueza, que combatan junto con Pablo la buena batalla, en el hambre y en la sed, en el frío y en la desnudez El Apóstol mismo, si hubiera sabido que conservar su antigua riqueza es más necesario para la perfección, no hubiera despreciado su propia dignidad, dado que afirma que, es por nacimiento de distinta condición y de ciudadanía romana. Y aquella gente de Jerusalén, que vendía sus propias casas y sus propios campos y ponía lo recaudado a los pies de los apóstoles, no lo hubiera hecho si considerase que era más feliz al nutrirse con sus propias riquezas antes que con su propia fatiga o con las ofertas de los gentiles. Y el mismo Apóstol nos habla muy claramente a propósito de aquellos cuando, escribiendo a los romanos, dice: Ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos, por que Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una colecta en favor de los pobres de entre los santos de Jerusalén (Rm 15:25-26).

Y él mismo, tantas veces sometido a cadenas y prisiones, a la molestia de los viajes y por esto impedido, como es obvio, de proveerse con sus propias manos, nos enseña cómo, ante estas necesidades, fue socorrido por los hermanos venidos desde Macedonia, y nos dice: Y de hecho los hermanos provenientes de Macedonia proveyeron a mis necesidades (2 Co 11:9). Y a los filipenses escribe: Lo sabéis también vosotros, oh filipenses, que... al salir de Macedonia, ninguna iglesia tuvo que ver conmigo en materia de dar y tener, a no ser por vosotros solamente. Porque también en Tesalónica y una o dos veces más, me habéis mandado de lo que tenía necesidad (Flp 4:15 y ss). Por lo tanto, a juicio de quien ama el dinero, ¡aquellos serán más amados por el Apóstol, pues le han provisto en sus necesidades con sus propios haberes! Esperemos que nadie llegará a tal extremo de locura como para osar afirmar esto.

Si queremos, pues, obedecer el mandamiento evangélico y a toda aquella Iglesia que desde el principio ha tenido su fundamento en los Apóstoles, no atendamos a nuestras ideas personales ni entendamos malamente lo que ha sido bien dicho. Más bien rechacemos nuestro sentimiento tibio e incrédulo y recibamos los Evangelios rigurosamente. Porque así podremos seguir los pasos de los santos Padres y no faltar a la disciplina del convento. Sólo así podremos renunciar verdaderamente a este mundo. Es bueno llegados a este punto, recordar las palabras de un santo. Se trata de lo que san Basilio, obispo de Cesarea de Capadocia, dijo a un senador que había renunciado al mundo, pero con tibieza, y que retenía aún algo de sus propias riquezas. "Has destruido al senador y no has sido el cristiano."

Es necesario que pongamos todo nuestro celo en eliminar de nuestra alma la raíz de todos los males que es el amor por el dinero, porque sabemos con toda certeza que, si permanece la raíz, las ramas brotarán sin dificultad.

No es fácil practicar esta virtud si no permanecemos en el convento; efectivamente, allí nada nos preocupa con relación a las exigencias más absolutas. Si tenemos bien presente las condenas de Ananías y de Safira, temblaremos al pensar que retendremos algo de lo que un tiempo poseíamos. Del mismo modo, temerosos frente al ejemplo de Guejazí, quien contrajo una lepra perpetua por su amor al dinero, guardémonos de acumular riquezas que ni siquiera en el mundo poseíamos. Y si pensamos en Judas, quien termina ahorcado, temblemos ante la idea de retomar lo que con nuestra renuncia habíamos despreciado.

Y continuamente deberemos tener ante nuestros ojos el incierto momento de la muerte, para que el Señor nuestro no se nos acerque cuando no lo esperamos y encuentre nuestra conciencia manchada por el amor al dinero. Él nos dirá, entonces, lo que en el Evangelio dijo al rico: ¡Necio!, esta noche misma te será pedida tu alma; lo que has preparado, ¿para quién será? (Lc 12:20).



LA IRA

Nuestra cuarta lucha es contra el espíritu de la ira. Es necesario que, junto con Dios, eliminemos desde lo más profundo de nuestra alma este veneno mortífero. Porque mientras se encuentre instalado en nuestro corazón y enceguezca los ojos de éste con tenebrosas tinieblas, no podremos ni adquirir el discernimiento necesario, ni alcanzar el conocimiento espiritual, ni poseer una buena voluntad total, ni convertirnos en partícipes de la verdadera vida. Y nuestro intelecto no será capaz de recibir la contemplación de la luz divina y veraz. Pues está escrito: Mi ojo fue alterado por el furor (Sal 6:7). Ni tampoco participaremos de la divina sabiduría, aunque todos nos consideren como sumamente sabios por nuestras ideas, pues se ha dicho: El enojo reside en el corazón de los necios (Qo 7:9). Y no podremos siquiera adquirir los saludables consejos del discernimiento, aunque fuésemos considerados por todos personas prudentes, ya que se ha escrito: La ira pierde también a los prudentes (Pr 15:1). Y ni siquiera tendremos la fuerza de prestar atención y tratar de dejarnos gobernar por la justicia con corazón sobrio, pues: La ira del hombre no obra la justicia de Dios (St 1:20). Finalmente, no podremos tener aquel comportamiento y aquel decoro que todos alaban, pues está escrito: El hombre colérico está privado de decoro (Pr 11:25).

El que quiera acceder a la perfección y desee combatir según las reglas en la lucha espiritual, no deberá ceder ante la cólera y el furor. Deberá escuchar lo que le ordena el vaso de elección: Toda acritud, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad desaparezca de entre vosotros (Ef 4:31). Y si dice "toda," significa que no se nos deja ningún pretexto para enfurecemos, como si hubiera alguna necesidad o razón para hacerlo. El que quiera corregir a algún hermano caído en una transgresión, o quiera castigarlo, que tenga cuidado respecto a sí mismo, liberándose de toda turbación, para que no suceda que, al querer curar a otro, atraiga sobre sí la enfermedad y recaiga sobre él aquel dicho evangélico que dice: Médico, cúrate a ti in mismo (Lc 4:23). Y también: ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano y no observas la viga que se encuentra en tu ojo? (Mt 7:3) Efectivamente, la reacción de la ira, al hervir dentro del alma, enceguece los ojos de la misma, no permitiéndole ver el sol de la justicia. Si nos ponemos sobre los ojos láminas, ya sean de oro o de plomo, éstas impedirán nuestra visión y, por cierto, el valor de las laminas de oro no disminuye nuestra ceguera. Y así es que, si por una causa cualquiera - razonable o irrazonable - la ira se enciende, nuestra visión es oscurecida.

De la ira nos servimos según natura solamente cuando la dirigimos en contra de los pensamientos pasionales y voluptuosos. Así nos enseña el profeta cuando dice: Temblad y no pequéis (Sal 4:4), es decir: Incurrid en la ira contra vuestras pasiones y contra los malos pensamientos, y no pequéis tratando de llevar a cabo lo que éstos os sugieren. Esto está sustentado por lo que se agrega: De lo que acostumbráis decir en vuestros corazones, arrepentíos en vuestros lechos (Sal 4:4). Esto es, cuando acuden a vuestro corazón los malos pensamientos, deberéis echarlos con ira y, luego de haberlo hecho, al encontraros en el lecho donde vuestra alma reposa, arrepentíos para convertiros. Incluso el bienaventurado Pablo habla así, sirviéndose del testimonio del profeta y agrega: No se ponga el sol mientras estéis airados, ni deis ocasión al Diablo (Ef 4:26 y ss). Esto significa que el sol de justicia, Cristo, no se oculte de vuestros corazones, por haberlo indignado debido al consentimiento dado a los pensamientos malvados; no suceda que, habiéndose alejado de Cristo, el Diablo ocupe su lugar en nosotros. Respecto de este sol, Dios nos habla mediante el profeta, diciéndonos: Para vosotros, los que teméis mi nombre, brillará el sol de justicia con la salud en sus rayos (Ml 4:2). Si tomamos esto al pie de la letra, significa que no podemos permitirnos conservar la ira ni siquiera hasta el momento en que el sol se pone. ¿Que decir entonces? Algunos, por la aspereza y la locura que implica este estado pasional, conservan la ira no sólo hasta el momento en que se pone el sol, sino que la mantienen por varios días, aun callando y no expresándola en palabras, y alimentan en su perjuicio el veneno del rencor con su propio silencio. Ignoran que debemos abstenernos no solamente de manifestar nuestra ira mediante nuestros actos, sino evitar que se manifieste en nuestro pensamiento, evitando que el intelecto, oscurecido por las tinieblas del rencor, se aparte de la luz del conocimiento y del discernimiento, y se vea privado del Espíritu Santo.

Y por este motivo, el Señor recomienda en los Evangelios dejar la ofrenda sobre el altar y reconciliarnos con nuestro hermano, pues no es posible que nuestra ofrenda le sea grata si se encuentran escondidos en nosotros la cólera y el rencor. E incluso el Apóstol, cuando nos pide rezar incesantemente y levantar en todo lugar nuestras manos en alabanza, sin ira ni discusiones, nos enseña justamente esto: o que no recemos nunca, sintiéndonos culpables respecto del mandamiento apostólico, o bien que seamos observantes en obedecer el mandamiento, debiendo hacerlo sin ira y sin rencores, Y sin embargo, puede suceder que, después de haber entristecido o turbado a nuestros hermanos, no demos ninguna importancia a la cosa y digamos que no fue por culpa nuestra si éstos se han entristecido, pero el médico de las almas, queriendo desterrar del corazón cualquier pretexto para el alma, no solamente nos ordena dejar la ofrenda y reconciliarnos con el hermano, si nos sucediera que nos hemos enojado con él -aun en el caso en que nuestro hermano tuviera algún motivo de tristeza respecto a nosotros, justa o injustamente -, aun así es nuestro deber cuidar de él, pidiéndole disculpas. Y sólo entonces brindaremos nuestra ofrenda.

Pero, ¿por qué insistimos tanto con los preceptos evangélicos? También de la Ley antigua nos llegan enseñanzas. Ésta, que parece tener más condescendencia que rigor, nos dice: No odies a tu hermano en tu corazón (Lv 19:17); y aun: Los caminos de quien guarda rencor conducen a la muerte (Pr 12:28).

En este caso, no solamente prohibe el pecado en los actos, sino que censura también en los pensamientos. Es conveniente, pues, para quien sigue las leyes divinas, luchar con todas sus fuerzas contra el espíritu de la ira y contra el mal escondido en nosotros, y no buscar el desierto y la soledad porque guardamos cólera contra los hombres, como si allí no hubiera nadie que nos empujara hacia la ira, y como si en la soledad fuera más fácil realizar la virtud de la paciencia. Esto significaría que queremos alejarnos de los hermanos por soberbia, rehusando acusarnos a nosotros mismos, y no queriendo atribuir a nuestro propio descuido las causas de nuestra turbación. Lo que es importante para nuestra paz y corrección, no se logra por medio de la paciencia de nuestro prójimo respecto de nosotros, sino por nuestra tolerancia respecto de nuestro prójimo. Cuando, al huir de la lucha de la paciencia, buscamos el desierto y la soledad, todas aquellas pasiones que aún no han sanado y que llevamos con nosotros, las encontraremos luego escondidas antes que eliminadas. El desierto y la soledad son, para aquellos que no se han liberado de las pasiones, una forma no solamente de conservarlas, sino también de esconderlas, no pudiendo descubrir de cuál pasión estarnos aquejados. Y lo que es peor, nos sugieren fantasías respecto de supuestas virtudes y nos convencen de haber alcanzado la perfección de la paciencia y de la humildad, ¡hasta que alguien llega a sacudir nuestra cólera, sometiéndonos a prueba! Y cuando sobreviene una ocasión cualquiera que sacuda y atormente al que se encuentra en esta situación, de inmediato las pasiones escondidas, las que no notamos anteriormente, como caballos desenfrenados, se lanzan, al galope, y nutridas por la hesichía y el ocio, arrastran aún más salvaje y violentamente a su caballero.

Las pasiones, cuando no son sometidas a prueba por parte de los hombres, se tornan aún más salvajes en nosotros. Y así, luego de haber descuidado el ejercicio y a causa de la soledad, perdemos incluso esa sombra de tolerancia y de paciencia que aparentábamos tener cuando estábamos entre nuestros hermanos. Como las bestias venenosas que habitan el desierto o sus propias madrigueras, y manifiestan su furor cuando aferran a quien se acerca, así los hombres pasionales, que se hallan en un estado de hesichía no por actitud virtuosa sino a la fuerza, es decir, debido a su soledad, vomitan su veneno cuando alcanzan a alguien que se les acerca y los provoca. Por este motivo es necesario que aquellos que buscan la perfecta humildad, pongan buen cuidado en no irritarse no sólo contra los hombres, sino tampoco contra las bestias ni los objetos inanimados. Recuerdo que cuando vivía en el desierto, me encolerizaba contra el báculo y me desahogaba contra él, ¡ya porque era grueso o porque era delgado! Otras veces, me enfurecía contra un árbol cuando, queriendo cortarlo, no lo lograba en seguida. O bien contra el pedernal, cuando, al tratar de prender el fuego, la chispa no saltaba de inmediato. La ira se encontraba en mí en un estado tal de excitación, ¡que llegaba a desahogada contra los objetos insensibles!

Si queremos alcanzar la beatitud proclamada por el Señor, debemos prohibirnos la ira no solamente en nuestros actos, como se ha dicho, sino también en nuestro pensamiento. Pues no es suficiente con dominar la lengua en un momento de cólera y controlar la salida de nuestra boca de palabras enfurecidas, sino que deberemos purificar nuestro corazón del rencor, evitando tener en nuestra mente malos pensamientos contra nuestro hermano. La doctrina evangélica nos recomienda eliminar de raíz los pecados, antes que cortar solamente sus frutos. Porque Si se elimina del corazón la raíz de la cólera, el pecado no se convertirá en odio ni envidia. El que odia a su hermano ha sido declarado homicida, tal como está escrito. Lo mata con el estado de odio que lleva en su alma; los hombres no ven la sangre del hermano derramada mediante una puñalada, pero Dios lo ve muerto en la mente y por la íntima disposición al odio del otro; y Él atribuirá a cada uno las coronas o los castigos, no solamente por las acciones, sino también por los pensamientos y determinaciones, tal como lo dice por medio de su profeta: Vengo a recoger sus obras y sus pensamientos. También el Apóstol dice: los pensamientos que mutuamente disculpan o acusan. El día en que Dios juzgue las cosas secretas de los hombres... (Rm 2:15 y ss).

Pero el Señor mismo nos enseña en los Evangelios cómo apartar toda ira: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal (Mt 5:22). Éste es el texto de los manuscritos más rigurosos; la palabra, "en vano" ha sido agregada luego para indicar cuál es la voluntad de las Escrituras. El Señor nos exige que eliminemos la raíz e incluso la chispa de la ira, sin guardar en nosotros ningún pretexto para sentirla, y que no caigamos en la locura del furor irrazonable, aunque en un principio nos hayamos conmovido con razón. La mejor cura para este mal es la siguiente: que crearnos que no nos es permitido indignarnos ni por lo que es justo ni por lo que es injusto. Puesto que el espíritu de la ira obnubila la mente, no podremos encontrar ni la luz de discernimiento, ni la solidez de una voluntad firme, y el gobierno de la justicia; ni siquiera será posible que nuestra alma se convierta en el templo del Espíritu Santo, si nos domina el espíritu de la ira que nubla nuestra mente.

Concluyendo, debemos tener siempre presente la hora incierta de nuestra muerte, cuidándonos de caer en la ira. Y debemos saber que, si estamos dominados por ésta y por el odio, de nada nos servirá la templanza, el desapego de toda realidad material, los ayunos y las vigilias, sino que, por el contrario, nos encontraremos sometidos a juicio



LA TRISTEZA

Nuestra quinta batalla es contra el espíritu de la tristeza que oscurece el alma y no le permite ninguna contemplación espiritual, impidiéndole toda obra buena. Cuando nuestro espíritu malvado aferra el alma y la obnubila, no le permite cumplir sus oraciones con buena disposición de ánimo ni perseverar en el provecho que traen las sagradas lecturas, no permite que el hombre sea humilde y tierno hacia sus hermanos, en pocas palabras, le genera odio por cualquier tipo de actividad y por la promesa misma de la vida. Quiero decir esto: la tristeza, confundiendo todas las saludables decisiones del alma, aflojando su vigor y su constancia, la vuelve estúpida y la paraliza, sostenida por el pensamiento de la desesperación. Por tanto, si estamos dispuestos a combatir la batalla espiritual y, junto a Dios, vencer a los espíritus de la malicia, deberemos custodiar nuestro corazón con toda posible vigilancia contra el espíritu de la tristeza. Así como la polilla roe el traje, y el gusano la madera, así la tristeza carcome el alma del hombre. Ésta induce a retirarse de toda buena conversación y no nos permite aceptar una buena palabra de consejo, ni siquiera de amigos sinceros, ni a su vez darles una respuesta buena o pacífica; por el contrario, envuelve toda el alma colmándola de amargura y de tedio. También le sugiere rehuir de los hombres, como si éstos fueran culpables de su turbación. No le permite reconocer que su mal lo lleva dentro y que no le viene del exterior; se manifiesta cuando, estimulada por las tentaciones, es llevada a la superficie. Nunca un hombre causará daño a otro si no lleva en sí mismo las causas de las pasiones. Por este motivo, Dios, creador de todas las cosas y médico de las almas, Él, que es el único que conoce con precisión las heridas del alma, no nos manda abandonar nuestras relaciones con los hombres, sino que eliminemos en nosotros mismos las causas de la malicia y reconozcamos que la salud del alma no se practica por la separación nuestra de los hombres, sino cuando vivimos y nos ejercitamos junto a los virtuosos.

Cuando abandonamos a los hermanos con un pretexto cualquiera - ¡razonable, por supuesto! - no hemos eliminado las ocasiones que producen la tristeza, las hemos solamente cambiado por otras, porque el mal que se ha instalado dentro de nosotros las renueva sirviéndose incluso de objetos diversos. Por tanto, toda nuestra guerra deberá ser llevada a cabo contra nuestras pasiones íntimas. Una vez que, con la gracia y la ayuda de Dios, las hayamos echado de nuestro corazón podremos vivir fácilmente, no digo con los hombres, sino también con las bestias salvajes, según lo dicho por el bienaventurado Job: Estarán en paz contigo las bestias salvajes (Jb 5:23).

Antes que nada, deberemos luchar contra el espíritu de la tristeza que empuja el alma a la desesperación, a fin de echarlo de nuestro corazón. Porque es éste el espíritu que no ha permitido a Caín arrepentirse después del asesinato de su hermano, ni a Judas después de la traición al Señor. Practicaremos solamente esa tristeza que es necesaria para la conversión de nuestros pecados, unida a una buena esperanza. Y de ésta el Apóstol nos dice: La tristeza según Dios produce una conversión saludable de la que no nos arrepentiremos (2 Co 7:10). Porque la tristeza según Dios al nutrir al alma con la esperanza de la conversión, se halla mezclada con la alegría. Por tanto, el hombre se torna dispuesto y obediente en cada obra buena; se torna afable, humilde, manso, paciente, capaz de soportar toda buena fatiga y toda aflicción, todo lo que es según Dios. Y por esto se reconocen en el hombre los frutos del Espíritu Santo, es decir, la alegría, el amor, la paz, la paciencia, la bondad, la fe, las continencias. De la tristeza contraria reconoceremos los frutos de un espíritu malo que son: el tedio, la intolerancia, la cólera, el odio, la contradicción, la desesperación, la pereza en la oración.

De una tristeza tal, deberemos huir como de la fornicación, del amor al dinero, de la cólera y otras pasiones. Esa tristeza se cura con la oración, la esperanza en Dios, la meditación de las divinas palabras y viviendo con hombres píos.



LA ACIDIA

Nuestra sexta lucha es contra el espíritu de la acidia, que está unido al espíritu de la tristeza y con él colabora, siendo éste un terrible y pesado demonio, siempre pronto a ofrecer una batalla a los monjes. Cae sobre el monje en la hora sexta produciéndole desasosiego y escalofríos, causándole odios hacia el lugar donde se encuentra y contra los hermanos que viven con él, así como respecto de su trabajo y de la lectura misma de las divinas Escrituras. Le insinúa también el pensamiento de cambiar de lugar y la idea de que, si no cambia y no se muda, todo será fatiga y tiempo perdido. Además de esto, le dará hambre alrededor de la hora sexta, un hambre tal como no le sucede después de tres días de ayuno, de un largo viaje o de una gran fatiga. Luego hará que surjan pensamientos varios, tales como que no podrá nunca liberarse de tal mal o de tal peso, si no sale frecuentemente visitando a tal hermano, para obtener una ventaja, se entiende, o visitando a los enfermos. Cuando el monje no se encuentra atado por estos pensamientos, lo sumerge entonces en un sueño profundo, tornándose el sentimiento aun más violento y fuerte en contra de él, y no podrá ser ahuyentado si no es por medio de la oración, evadiendo el ocio, con la meditación de las divinas palabras y con la resistencia a las tentaciones. Porque si este espíritu no encuentra al monje defendido por estas armas, lo golpea con sus flechas y lo torna inestable, lo agita, lo torna indolente y ocioso, induciéndolo a recorrer varios monasterios, no preocupándose, no buscando otra cosa más que lugares donde se coma y se beba bien. Porque la mente del acidioso no piensa más que en esto o en la excitación que proviene de estas cosas. Y llegado a este punto, el demonio lo envuelve en asuntos mundanos, y poco a poco lo engancha mediante estas peligrosas ocupaciones, hasta que el monje rechaza del todo su profesión monástica.

El divino Apóstol, sabiendo cuán pesado es este mal, y queriendo, cual médico sabio, erradicarlo completamente de nuestras almas, nos muestra sobre todo las causas que lo originaron y nos habla así: Os rogamos hermanos, en el nombre del Señor nuestro Jesucristo, manteneros alejados de todo hermano que no cambie por la disciplina y siguiendo la tradición que habéis recibido de nosotros. Vosotros sabéis cómo imitarnos, puesto que no nos hemos portado desordenadamente entre vosotros: no hemos comido gratuitamente el pan de nadie, sino que hemos trabajado día y noche con fatiga y afán para no ser una carga para vosotros; no porque tuviésemos potestades para no trabajar, sino con el fin de darles un modelo a imitar. Cuando estuvimos entre ustedes les pedimos esto: si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. Sentimos que algunos de entre vosotros caminan indisciplinadamente, sin hacer nada, pero inmiscuyéndose en todo. A éstos nos dirigimos y les recomendamos en Cristo Jesús que coman de su pan, trabajando con tranquilidad (2 Ts 3:6-12).

Sabemos con cuanta sabiduría el Apóstol nos muestra las causas del tedio. Llama "sin disciplina" a los que no trabajan; pone en evidencia con esta sola palabra una gran malicia, porque el que lo hace no teme a Dios, no considera a su hermano al hablar y es presto al insulto: es decir, no sabe estar en paz y es esclavo del tedio. El Apóstol nos ordena mantenernos alejados de tales personas, es decir, separarnos como de un mal contagioso. Y no según la tradición que han recibido de nosotros (2 Ts 3,6), y con esta expresión indica cómo aquellos son soberbios, discruptores y malos difusores de las tradiciones apostólicas. Aun dice: No hemos comido gratuitamente pan de nadie, sino que hemos trabajado día y noche con fatiga y afán (2Ts 3:8).

El Doctor de las gentes, el heraldo del Evangelio, aquel que ha sido raptado hasta el tercer cielo, aquel que dice cómo el Señor ha establecido que aquellos que anuncian el Evangelio viven del Evangelio, trabaja de día y de noche para no ser una carga para nadie (2Ts 3:8). ¿Qué haremos nosotros, que frente al trabajo nos mostramos tediosos y buscamos el reposo del cuerpo? Nosotros, a quienes no nos ha sido confiado el anuncio del Evangelio ni la preocupación de las iglesias, sino apenas el cuidado de nuestra alma. Y el Apóstol agrega: mostrando claramente el daño causado por el ocio: ...sin hacer nada pero inmiscuyéndose el todo (2Ts 3:11). Del ocio viene la curiosidad, de la curiosidad, la falta de disciplina y de ésta toda malicia. Pero el Apóstol nuevamente prevé una cura para éstos y agrega: A éstos recomendamos que coman de su pan trabajando con tranquilidad (2Ts 3:12). Y de modo aún más impresionante, agrega: El que no

quiera trabajar, que tampoco coma (2Ts 3:10).

Los santos Padres que viven en Egipto, adiestrados por estos preceptos apostólicos, no permiten a los cristianos permanecer ociosos en ningún momento, sobre todo si se trata de jóvenes. Porque saben que sometiéndose al trabajo alejan el tedio, obtienen su propia comida y ayudan a los necesitados. Éstos no trabajan sólo para obtener su propia comida, sino para proveer a los extranjeros, a los pobres y a los presos con su propio trabajo; a causa de su propia fe, las buenas obras que hacen se convierten en un sacrificio santo, grato a Dios.

También dicen esto los Padres: "El que trabaja, no tiene a menudo más que un solo demonio a quien combatir y por el cual está oprimido, mientras que el ocioso está atormentado por miríadas de malos espíritus.

Pero es bueno agregar también una palabra del padre Moisés, hombre de probadísima virtud entre los Padres. Me refiero a una palabra que recibí de él. En un breve período transcurrido por mí en el desierto, fui atormentado por el tedio, por lo que acudí a su consejo contándole lo que me había ocurrido. Habiéndome el tedio reducido a los extremos, logré superarlo acudiendo a san Pablo. El padre Moisés me contestó así: "Ten coraje. No te has liberado, sino que te le has entregado totalmente como esclavo. Debes saber que, puesto que has desertado, te hará una guerra aún más grave, si de ahora en adelante no te dedicas a combatirlo con celo por medio de la paciencia, de la oración y del trabajo manual."



LA VANAGLORIA

Nuestra séptima lucha es contra el espíritu de la vanagloria. Ésta es una pasión multiforme, muy sutil, y no la reconoce ni siquiera aquel que por ella ha sido tentado. En efecto, los asaltos de las otras pasiones son mucho más manifiestos, por lo que la lucha contra ellos es más fácil pues el alma reconoce al adversario y lo rechaza enseguida mediante la resistencia y la oración. Pero la malicia de la vanagloria, justamente por ser multiforme es difícil de ser distinguida. En cualquier ocupación, usando la voz y la palabra o aun callando, en el trabajo o en la vigilia, en los ayunos o en la oración, en la lectura, en la hesichía, en la paciencia; en todo esto trata de abatir con sus flechas al soldado de Cristo. A quien la vanagloria no logra seducir con el lujo de los vestidos, trata de tentarlo por medio de una prenda vil. Y al que no puede agrandar con honores, lo induce a la tontería, haciéndole soportar cualquier cosa que parezca un deshonor. Al que no puede ser persuadido a vanagloriarse con la sabiduría de los discursos, lo atrapa con el lazo de la hesichía, como si se hubiera dedicado al recogimiento. Al que no puede convencer con la suntuosidad de los alimentos, lo debilita con el ayuno para que obtenga alabanzas.

En una palabra, cualquier trabajo, cualquier ocupación brinda a este pésimo demonio una ocasión para promover batalla. ¡Y además de esto, sugiere también fantasías de ordenaciones clericales! Recuerdo a un cierto anciano, cuando vivía en Escete, quien al dirigirse a visitar a un hermano en su celda, acercándose a su puerta, sintió que éste estaba hablando. El anciano, pensando que estaba meditando las Sagradas Escrituras, se detuvo a escuchar. Y oyó que aquel, tornándose insensato por la vanagloria, ¡se imaginaba haber sido ordenado diácono, y que estaba despidiendo a los catecúmenos! Oyendo esto, el anciano empujó la puerta y entró. El hermano se adelantó y se arrodilló según la usanza, tratando de saber si el anciano había estado un buen tiempo detrás de la puerta. Pero el anciano le contestó sonriendo: Llegué cuanto tú estabas despidiendo a los catecúmenos." Ante estas palabras, el hermano cayó a los pies del anciano, suplicándole que rogara por él, a fin de ser liberado de este engaño.

He recordado este hecho para demostrar a qué grado de insensatez este demonio conduce al hombre. El que quiera combatirlo con perfección, y llevar firmemente la corona de la justicia, usará de todo su celo para vencer a este demonio polimorfo. Y que tenga siempre bien presente lo dicho por David: El Señor ha dispersado los huesos de aquellos que gustan a los hombres (Sal 52:5). Y que no haga nada mirando a su alrededor, con el fin de obtener las alabanzas de los hombres. Que busque solamente la merced que viene de Dios; que siempre rechace aquellos pensamientos de autoelogio que provienen de su corazón, que se anule frente a Dios, y podrá así, con su ayuda, liberarse del espíritu de la vanagloria.



LA SOBERBIA

La octava lucha es contra el espíritu de la soberbia. Es un espíritu terrible el más salvaje de todos los precedentes. Combate sobre todo a los perfectos, y trata de derrocar, sobre todo, a aquello, que han alcanzado el ápice de la virtud. Como un morbo contagioso y pernicioso, no destruye solamente una parte del cuerpo, sino el cuerpo entero; así, la soberbia no destruye solamente una parte del alma sino el alma entera. Cada una de las otras pasiones, aun turbando el alma, combate a la sola virtud que se le opone, y solamente ésta se esfuerza en vencerla. Por tal motivo, oscurece solamente en parte al alma y la turba. Pero la pasión de la soberbia oscurece el alma toda y la arrastra a una caída extrema.

Para entender mejor cuanto se ha dicho, observemos lo siguiente: la gula se esfuerza por corromper la continencia; la fornicación tiende a corromper la templanza; el amor por el dinero está en contra de la pobreza; la cólera, contra la humildad; así, cada uno de los distintos vicios trata de corromper la virtud opuesta. Pero el vicio de la soberbia, cuando domina al alma mísera, como un tirano feroz que ha ocupado una grande y excelsa ciudad, la abate completamente desde sus cimientos.

Testimonio de todo esto es aquel mismo ángel que cayó del cielo por causa de su soberbia: creado por Dios y adornado de toda virtud y sabiduría, no quiso atribuir todos sus dones a la gracia del Soberano, sino a su propia naturaleza. Y hasta llegó a concebir la idea de ser igual a Dios. Y el Profeta, confrontando este pensamiento, le dijo: Has dicho en tu corazón: Me sentaré sobre la excelsa montaña, pondré mi trono entre las nubes y seré parecido al Altísimo. ¡Pero eres hombre y no Dios! E incluso otro profeta dijo: "¿De qué te alabas en tu malicia, oh poderoso? (Sal 51:1), y continúa el salmo. Conociendo esto, temamos y pongamos toda vigilancia en custodiar nuestro corazón del letal espíritu de la soberbia, recordándonos siempre a nosotros mismos, cuando ejercemos alguna virtud, lo dicho por el Apóstol: No yo, sino la gracia de Dios que está conmigo (1 Col 15:10); y lo que dice el Señor: Sin mí no podréis hacer nada (Jn 15:5), y cuanto ha sido dicho por el Profeta: Si el Señor no constituye la casa, vano es el trabajo de los constructores (Sal 126:1); y aun esta palabra: No de quien quiere ni de quien corre, sino de Dios que hace misericordia (Rm 9:16). Puesto que si alguno fuera ardiente en su celo, solícito en su determinación, aun así, revestido de carne y sangre como lo es, no podrá alcanzar la perfección si no es por la misericordia de Cristo y de su gracia. (No existe la iluminación) Dice Santiago: Todo regalo bueno... viene de lo alto (St 1:17). Y el apóstol Pablo: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te alabas como si no lo hubieras recibido? (1Col 4:7), exaltándote como por cosas de tu pertenencia.

DE QUE LA SALVACIÓN NOS PROVENGA DE LA GRACIA Y DE LA MISERICORDIA DE DIOS, ES VERAZ TESTIMONIO AQUEL LADRÓN, QUE ADQUIRIÓ EL REINO DE LOS CIELOS NO CIERTAMENTE COMO RECOMPENSA POR SUS VIRTUDES, SINO POR LA GRACIA Y LA MISERICORDIA DE DIOS.

Nuestros Padres, que bien conocen todo esto, nos han trasmitido con unívoca sentencia que no se puede alcanzar de otro modo la perfección de la virtud si no es mediante la humildad, y ésta es habitualmente generada por la fe, por el temor de Dios y la perfecta pobreza: cosas gracias a las cuales se origina el amor perfecto. Por la gracia y por el amor de nuestro Señor Jesucristo a los hombre, a Él la gloria de los siglos. Amén